En 1869 la Academia Imperial de Ciencias de Viena, la
capital del entonces Imperio Austrohúngaro, instituyó un premio similar al del
ya extinto premio del Rey de Dinamarca al descubrimiento de un cometa con un
telescopio. Son los primeros años del telégrafo (un invento más importante que
la internet) y se establecía como requisito la comunicación por ese medio a Viena,
para que después se comunicara a los observatorios de todo el mundo y poder
empezar las campañas de seguimiento mucho más rápidamente. Las dos primeras
medallas de este premio, que no duró mucho, fueron para el astrónomo alemán
Ernst Tempel, que trabajaba en el Observatorio de Marsella, Francia. Tempel fue
un prolífico descubridor de cometas, nada menos que 21, entre ellos el 9P,
visitado en 2005 por la sonda Deep Impact.
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