miércoles, 19 de febrero de 2020

IMÁGENES DEL TELESCOPIO ESPACIAL HUBBLE APORTAN NUEVOS DATOS SOBRE EL COMETA INTERESTELAR BORISOV




A diferencia del primer visitante interestelar registrado en nuestro sistema solar, ‘Oumuamua (que ni siquiera es, probablemente, un cometa), el 2I/Borisov está sujeto a registro continuo. Actualmente, tras haber pasado por el perihelio, está saliendo del sistema solar, camino a la órbita de Júpiter, adonde llegará en julio de este año.
Borisov parece un típico cometa de los que conocemos: una amplia coma y señales de “outgassing”. El Telescopio Espacial Hubble lo capturó antes del perihelio, a una distancia de 2.4 unidades astronómicas, como puede verse en las imágenes, y esas observaciones permitieron inferior una serie de datos, como su diámetro: entre 200 y 500 metros, mucho más pequeño que la primera estimación de 2 a 16 kilómetros, lo que lo hace sujeto a una posible ruptura por los estallidos de gas asimétricos, y una densidad de 25 kg. por metro cúbico, mucho más denso que esa rareza llamada ‘Oumuamua (de la que se pensaba que tenía una densidad de 0.01 kilogramo por metro cúbico, por lo que se pensó en algo parecido a una vela solar, con todo lo que implicaba…).


jueves, 13 de febrero de 2020

Rosetta registra cambios de color en el 67/P durante su órbita



La Agencia Espacial Europea ha reportado como “cometa camaleón” al 67/P Churyumov-Gerasimenko, objetivo de la misión Rosetta. Se refiere a que el núcleo cometario fue variando de un color marcadamente rojo al ser analizado con el instrumento VIRTIS (Visible and Infrared Thermal Imaging Spectrometer) hacia un color azulado al acercarse al perihelio. La razón estriba en el hielo de agua, cuando Rosetta se encontró con el cometa, éste estaba muy lejos de Sol y su núcleo presentaba casi nada de hielo visible y una superficie cubierta por varias capas de polvo. Cuando cruzó lo que se conoce como “frost line”, a la distancia de tres unidades astronómicas del Sol, comenzó el proceso de sublimación del hielo de agua por el aumento de temperatura y el núcleo rojizo que VIRTIS detectaba, por el polvo que predominaba, pasó a ser detectado como azulado, por el color del hielo de agua en la superficie del núcleo, hielo prístino porque la sublimación (transformación de hielo a polvo) había eyectado casi todo el polvo y las capas de hielo externas. En la coma el proceso fue inverso, a mayor distancia se veía azulada porque contenía menos polvo, cuando la sublimación comenzó expulsó polvo, y así la coma al acercarse al perihelio aparecía más rojiza. Obviamente, al alejarse el cometa del Sol el proceso se revierte y los colores vuelven a cambiar.
Estos resultados no se hubieran nunca logrado desde Tierra, puesto que telescópicamente no podemos observar el núcleo, menos uno tan pequeño como el del 67P, de 3 kilómetros de diámetro.  

sábado, 8 de febrero de 2020

¿ES EL COMETA 2019 Y4 ATLAS EL GRAN COMETA DE 1556 RECUPERADO?



Hace poco nos enteramos, leyendo como siempre las entradas de la web de la Sección Cometas de la LIADA, de la siguiente noticia:
2019 Y4 (ATLAS)
Se descubrió un objeto de magnitud 19 en imágenes tomadas con el Schmidt de 0,5 m en Mauna Loa el 28,60 de diciembre de 2019 por el equipo ATLAS (Sistema de última alerta de impacto terrestre de asteroides). Las confirmaciones vinieron de varios observadores aficionados, incluidos Michael Jaeger y Eric Bryssinck. Había sido publicado en el PCCP como A10j7UG. [CBET 4712, MPEC 2020-A112, 10/11 de enero de 2020]. El cometa está en el perihelio a 0,3 ua en mayo de 2020 y podría estar dentro del alcance visual si aumenta su brillo más rápido de lo esperado, sin embargo, tiene una magnitud absoluta muy débil y puede desaparecer. Maik Meyer señaló que su órbita es muy similar a la del Gran Cometa 1844 Y1.
¿Podría ser este cometa tan débil el cometa de 1556 recuperado? En esta entrada nos referimos al cometa de 1556:
Resulta que al descubrirse el Gran Cometa 1844 Y1 el 18 de diciembre de 1844 en Ciudad del Cabo, fue relacionado, por la similitud de sus órbitas con dicho cometa, como puede verse en un número de “The astronomical Journal” de 1850:
Así como la similitud de las órbitas permitió emparentar el Atlas de 2019 con el cometa de 1844, así éste fue relacionado con el de 1556. Una interesante comparación.