lunes, 25 de febrero de 2019

SPARTAN-HALLEY, MISIÓN FALLIDA



La tragedia del transbordador espacial Challenger el 28 de enero de 1986 fue un duro golpe para la astronáutica norteamericana y también para los estudios cometarios que tenían como objetivo el más famoso de todos los cometas, el Halley. El Challlenger debía lanzar una pequeña sonda llamada SPARTAN (Shuttle Pointed Autonomous Research Tool for Astronomy) 203, también conocida como HCED (Halley’s Comet Experiment Deployable), que analizaría en el espectro ultravioleta la coma del cometa, La misión duraría 40 horas y luego retornaría al transbordador y podría volver a utilizarse en una nueva misión. También se habían diseñado experimentos sobre la composición de la coma a realizarse desde el mismo transbordador.  Ambos experimentos se hubieran cumplido antes del perihelio, mientras que las sondas integrantes de la “Armada Halley” (de Japón, URSS-Francia, y Europa) contactaron al cometa luego del perihelio, en marzo de 1986. El aporte norteamericano fue muy modesto al no participar del esfuerzo multinacional y por la explosión del Challenger a poco de despegar, se limitó a usar dos misiones con otros objetivos para observar el Halley desde lejos: la International Comet Explorer (http://cometasentrerios.blogspot.com/2015/12/international-cometary-explorer-la.html ) y la Pioneer Venus (http://cometasentrerios.blogspot.com/2015/03/el-cometa-halley-por-la-pioneer-venus-1.html ), que registró las interacciones del viento solar con la coma a través de un espectrómetro.
Las SPARTAN cumplieron otras misiones con las mismas características: eran lanzadas desde el transbordador y recogidas 40 horas después, los datos se almacenaban en la propia sonda, más bién lo que técnicamente se conoce como un sub-satélite. La serie SPARTAN 201 realizaron 5 misiones con estudios solares relacionados con la corona, la serie 204 realizó una misión observando en ultravioleta nubes de polvo galácticas. En una de las misiones solares, la SPARTAN comenzó a girar sin control y hubo que recuperarla manualmente, con una actividad extravehícular (EVA), o en buen criollo, tuvieron que mandar a un astronauta a que recuperase el aparato.

viernes, 22 de febrero de 2019

C/2018 Y1 IWAMOTO, EL GRAN COMETA DE 2019


Descubierto el 20 de diciembre del año pasado por el japonés Masayuki Iwamoto (quién había descubierto otro cometa un par de meses atrás y seis asteroides hace unos años), es el cometa más brillante en los cielos del norte, para nosotros es difícil de observar, muy bajo cerca del horizonte. Según la base de datos de la Sección Cometas de la LIADA, está en magnitud 6.5, lo que sería su brillo máximo antes de empezar a alejarse del Sol. Es un cometa bastante vistoso, con una bonita cola, como puede observarse en esta imagen de Rolando Ligustri aparecida en la edición online de “Sky and Telescope”.



Y de la misma fuente traemos esta imagen de Bob King, en la que lo observamos muy brillante y alto en el cielo:



Como si estuviera paseando en su camino a las Pléyades, cuando quizás podamos observarlo si no ha disminuido demasiado su brillo, pasó cerca de la galaxia M104 en esta imagen de Roland Ligustri

Y este maravilloso gif lo muestra pasando muy orondo cerca de la galaxia espiral NGC 2903, en lo que fue la Astronomical Picture of the Day (APOD) del 19 de febrero (https://apod.nasa.gov/apod/ap190219.html ). Son 3 horas resumidas en 10 segundos. ¿Vieron pasar los satélites?

miércoles, 13 de febrero de 2019

LOS COMETAS EN “IL GATTOPARDO” DE GIUSEPPE TOMASI DI LAMPEDUSA




Son conocidas las relaciones de una de las obras maestras de la literatura italiana, “Il Gattopardo” del Príncipe Tomasi di Lampedusa, con la astronomía. El protagonista, el Principe di Salina, vive y sufre los tiempos en los que la cultura aristocrática es reemplazada por la cultura burguesa durante la unificación italiana y la conquista del Reino de Nápoles y Sicilia por las tropas de Garibaldi. El famoso motto de “que todo cambie para que nada cambie” es el programa que Salina se impone para que la nueva Italia no termine con lo que él considera lo bueno de la vieja Italia, pero la novela va más allá. Es la historia de la decadencia inevitable de las grandes familias nobles, que no saben adaptarse a los tiempos de mercantilismo y democracia. Es una novela muy citada pero poco leída y su lectura es uno de los grandes placeres que me ha proporcionado la literatura.
El aristocrático protagonista es un astrónomo aficionado de gran nivel, cuenta con un observatorio en su palacio dotado de los más modernos instrumentos científicos, incluso había descubierto dos asteroides (“pianettini”) llamados “Salina” y “Svelto”. La contemplación de los cielos y su imperturbable y matemática serenidad es un escape a la pureza desde la vida que parece haberle sonreído pero que lo ha dejado profundamente descontento, y en el balance que hace de sus alegrías, entre “el sentido de tradición y perennidad que expresan la piedra y el agua”, la caza, la belleza de algunas mujeres que había visto al pasar, se encontraba el orgullo matemático y “la sorpresa de recibir una carta de Arago, que espontáneamente lo felicitaba por la exactitud de los difíciles cálculos relativos al cometa de Huxley”. Hasta hace poco, calcular la órbita de un cometa implicaba días y días de cálculos.
Al evocar sus manos gruesas, manos de felino, evoca su intrínseca delicadeza amorosa al acariciar a la esposa y…  a “los botones esmerilados de los telescopios, catalejos y los “buscadores de cometas”, que, allá en lo alto de la villa, inundaban su observatorio privado”. El Príncipe de Salina tiene una debilidad por los cometas, y quién no… Le debemos al lector la búsqueda acerca de la naturaleza de estos ”cercatori di comete”.
El Principe di Salina está en buena parte inspirado por un antepasado del autor, y el siguiente párrafo expresa una sensación común entre los astrófilos, la molestia de tener que sacrificar los cielos estrellados por el tedio de la vida social:
“No tendría que haber venido al baile: Stella, Angelica, las hijas, la hubieran pasado estupendamente solas, y él en este momento podría ser feliz en el estudio en la terraza de Via Salina, escuchando el murmullo de la funente y tratando de atrapar los cometas por la cola. “Ya está, ya viene, ahora no puedo irme sin ser descortés. Vayamos a ver a los que bailan”.
Pero la más impresionante declaración de la astronomía, y especialmente los cometas, como la evasión a un mundo perfecto, y como el deseo de muerte que irriga toda la novela, aparece en este párrafo en el que el protanista y el Padre Pirrone comparten lo que hoy llamaríamos astronomía amateur y a fines del siglo XIX era astronomía a secas:
“Apaciguados ambos, discutieron sobre una relación que debían enviar pronto a un observatorio extranjero, el de Arcetri. Sostenidos, guiados, parecía, por los números, invisibles en aquella hora pero presentes, los astros surcaban el éter cons su trayectorias exactas. Fieles a sus citas, los cometas se habían habituado a presentarse puntuales hasta el segundo ante quien los observase. Y no eran mensajeros de catástrofes como Stella creía, más bien sus apariciones previstas eran el triunfo de la razón humana que se proyectaba y pasaba a formar parte de la sublime normalidad de los cielos. "Dejemos que aquí abajo los Bendicò” (que es su perro) “sigan las rústicas presas y que cuchillo del cocinero tritura la carne de inocentes animalitos. En la altura de este observatorio las fanfarronadas de uno y lo sanguinario del otro se funden en una tranquila armonía. El problema verdadero, el unico, es poder seguir viviendo esta vida del espíritu en sus momentos mas abstractos, más similares a la muerte”.

Las traducciones, con sus errores, me pertenecen.