miércoles, 28 de mayo de 2014

MICROMEGAS, EL VIAJERO COMETARIO



Hace casi 3 siglos el filósofo francés Voltaire se burló de la estupidez humana con un relato en el que dos extraterrestres viajan hasta nuestro planeta… EN COMETA!

Así comienza nuestra historia:

“Había en uno de los planetas que giran en torno de la estrella llamada Sirio, un mozo de mucho talento, a quien tuve la honra de conocer en el postrer viaje que hizo a nuestro mezquino hormiguero. Era su nombre Micromegas”.

Como vemos, la idea de que pudieran existir planetas alrededor de otras estrellas no era un disparate en el año 1752 (año de publicación), no era un hecho científico (obviamente), pero tampoco se lo consideraba imposible. Claro está, los hombres del siglo XVIII sabían con certeza la imposibilidad de abandonar nuestro planeta.

El mensaje de la obra es satírico: criticar el provincianismo de considerarnos el centro de la creación. Para ello Voltaire imagina un personaje que vive en una sociedad no tan diversa a la nuestra, aunque por su altura es un gigante. Prosigue el narrador:
“No le afligió mucho el salir de una corte llena de enredos y chismes. Compuso unas décimas muy graciosas contra el muftí, que a éste no le importaron un bledo, y se dedicó a viajar de planeta en planeta para acabar de perfeccionar su razón y su corazón, como dicen. Los que están acostumbrados a caminar en coche de colleras, o en silla de posta, se pasmarán de los carruajes de allá arriba, porque nosotros, en nuestra pelota de cieno, no entendemos de otros estilos que de los nuestros. Sabía completamente las leyes de la gravitación y de las fuerzas atractivas y repulsivas nuestro caminante y se valía de ellas con tanto acierto que ora montando en un rayo de sol, ora cabalgando en un cometa andaban cabalgando él y sus sirvientes, lo mismo que revolotea un pajarito de rama en rama”
Y ahí va nuestro viajero cometario:
“En poco tiempo hubo corrido la vía láctea; y siento tener que confesar que nunca pudo columbrar por entre las estrellas de que está sembrado aquel hermosísimo cielo empíreo que con su anteojo de larga vista descubrió el ilustre Derham”
Micromegas no observó el Paraíso que los teólogos como Derhan se empecinaban todavía con situar en el espacio:
“No digo yo por eso que no lo haya visto muy bien el señor Derham; Dios me libre de cometer tamaño yerro, mas al cabo Micromegas se hallaba en el país y era buen observador; yo no quiero contradecir a nadie. Después de muchos viajes llegó un día Micromegas al globo de  Saturno, y si bien estaba acostumbrado a contemplar cosas nuevas, le sorprendió la pequeñez de aquel planeta y de sus moradores. No pudo menos que soltar aquella risa de superioridad que los más cuerdos no pueden contener a veces. Verdad es que no es Saturno más grande que novecientas veces la Tierra, y sus habitantes son enanos de unas dos mil varas, con cortas diferencias de estatura. Riose al principio de ellos con sus criados, como se ríe cuando viene a Francia cualquier músico italiano de la música de Lulli. Pero el sirio era hombre de razón y presto reconoció  que podía muy bien un ser que piensa no tener nada de ridículo, aunque su estatura no pase de seis mil pies. Acostumbróse a los saturninos, después de haber causado su asombro, y se hizo íntimo amigo del secretario de la Academia de Saturno, hombre de mucho talento”.

Tras haberse comunicado los conocimientos que cada uno tenía sobre su mundo “acordaron realizar juntos un corto viaje filosófico”, en cometa:


“Partiéronse nuestros dos curiosos y saltaron primero al anillo, que encontraron muy aplastado, como lo supuso un ilustre habitante de nuestro minúsculo globo terráqueo, y desde allí anduvieron de luna en luna. Pasó un cometa junto a la última y se tiraron a él con sus sirvientes y sus instrumentos. Apenas hubieron andado ciento cincuenta millones de leguas se toparon con los satélites de Júpiter. Apeáronse en este planeta, donde se detuvieron un año”
“Al salir de Júpiter atravesaron un espacio de cerca de cien millones de leguas y costearon el planeta Marte, el cual -como todos saben- es cinco veces más pequeño que nuestro glóbulo y vieron dos lunas que sirven a este planeta y no han podido descubrir  nuestros astrónomos. Bien sé que el abate Castel escribirá con mucho donaire contra la existencia de dichas lunas, mas yo apelo a los que discurren por analogía, todos excelentes filósofos que saben muy bien que no le sería posible a Marte vivir sin dos lunas por lo menos, estando tan distante del Sol”.
Se habla mucho (y se especula demasiado) sobre cómo había adivinado Jonathan Swift, en sus “Viajes de Gulliver”, que Marte tenía 2 satélites que sólo fueron descubiertos en 1877. Bueno, ¿Voltaire también lo sabía? No, ninguno de los dos lo sabía. Se consideraba que Marte tenía que tener 2 satélites por una especia de correlación aritmética entre la Tierra con 1 satélite y Júpiter con 4 (conocidos en ese entonces, los galileanos).
“Sea como fuere, a nuestros caminantes les pareció cosa tan chica que temieron no hallar posada cómoda y pasaron de largo, como hacen dos caminantes cuando topan con una mala venta en despoblado y siguen hasta el pueblo inmediato. Pero luego se arrepintieron el sirio y su compañero, que anduvieron un largo espacio sin encontrar albergue. Al cabo divisaron una lucecilla, que era la Tierra, y que pareció muy mezquina cosa a gentes que venían de Júpiter. No obstante, recelando arrepentirse otra vez, se determinaron a desembarcar en ella. Pasaron a la cola del cometa y hallando una aurora boreal a mano, se metieron dentro y aportaron en tierra a la orilla septentrional del mar Báltico, a 5 de julio de 1737”.


Allí descansan Micromegas y el saturnino hasta que  con la ayuda de un microscopio fabricado con las cuentas de un collar de diamantes advierten la presencia de un objeto diminuto que flota en el mar, no podían saber que era el barco traía una expedición científica retornando de las proximidades del polo norte, que acabará en la palma de la mano de Micromegas. No tarda éste en advertir que “aquellos átomos se hablaban”.  Micromegas fabrica una especie de bocina enorme con un recorte de su uña para escuchar los zumbidos de aquellos extraños insectos y para poder hablar con ellos sin hacerlos volar con los vientos originados por su voz recurre a un mondadientes extremadamente delgado, hablaba muy quedo sobre la punta más gruesa y la punta más afilada iba a dar al barco. Claro, al principio los científicos no sabían de donde venían las voces.
La parte central del diálogo consiste en cómo los dos gigantes pueden entenderse con esos pequeños microbios dotados, a pesar de su tamaño, de razón, como se percatan Micromegas y su amigo cuando los sabios pueden calcular con exactitud su altura.
Micromegas piensa que al tener tan poca materia y ser seres con razón…
“debeis emplear vuestra vida en pensar y amar, que es la verdadera vida de los espíritus. En parte ninguna he visto la felicidad, pero estoy cierto que ésta es su mansión”.
“Encogiéronse de hombros al oír este razonamiento los filósofos todos y más ingenuo uno de ellos confesó sinceramente que, excepto un cortísimo número de moradores poquísimo apreciados, todos los demás eran una cáfila de locos, perversos y desdichados… “¿Sabéis por ejemplo que a estas horas, cien mil locos de nuestra especie, que llevan sombrero, están matando a otros cien mil animales cubiertos con turbante, o muriendo a sus manos, y que así es estilo en toda la de tiempo inmemorial a acá? Horrorizóse el sirio y preguntó cuál era el motivo de tan horribles contiendas entre animales tan ruines. Trátase -dijo el filósofo- de unos pedacillos de tierra como vuestros pies…¡Desventurados! -exclamó indignado el sirio-. ¿Cómo es posible imaginar tan furioso frenesí? Arranques me vienen de dar tres pasos y con tres patadas estrujar este  hormiguero de ridículos asesinos. -No os toméis ese trabajo-le respondieron- que sobrado se afanan ellos por labrar su ruina. Dentro de diez años no quedará en vida el diezmo de estos miserables y aún sin sacar la espada, a casi todos se los lleva el hambre, la fatiga o la destemplanza. Pero no son ellos los que merecen castigo, sino los ociosos despiadados que desde  la tranquilidad de su gabinete mandan, mientras digieren la comida, degollar un millón de hombres y dan luego solemnes acciones de gracias a Dios”.
Los sabios asombran a los extraterrestres con sus conocimientos científicos, pero la discusión entre ellos estalla cuando son interrogados sobre la esencia del alma y el conocimiento. Cada uno de ellos expone las opiniones de su secta filosófica.
A Micromegas el partidario de John Locke le parece el más sensato cuando expresa:
“Yo no sé cómo pienso; lo que sé es que nunca he pensado como no sea por medio de mis sentidos. Que haya sustancias inmateriales e inteligentes, no lo pongo en duda; pero que no pueda Dios comunicar la inteligencia a la materia, eso lo dudo mucho. Respeto al eterno poder, y sé que no me compete limitarle; no afirmo nada y me ciño a creer que hay muchas más cosas posibles de lo que se piensa”.
Una verdadera profesión de fe racionalista. Pero…
“Por desgracia, se encontraba en la banda un animalucho con un bonete en la cabeza que, cortando el hilo a todos los filósofos, dijo que  sabía el secreto, que se hallaba en la Summa de Santo Tomás; y mirando de pies a cabeza a los dos moradores celestes les dijo que sus personas, sus mundos, sus soles y sus estrellas, todo había sido creado para el hombre. Al oír los otros tal sandez, nuestros dos caminantes hubieron de caerse uno sobre otro con aquella inextinguible risa que, según Homero, cupo en suerte a los dioses”.
La vanidad de creernos los únicos beneficiarios del universo ya era atacada en el siglo XVIII.
Tanto rieron que hicieron caer al navío de la uña del sirio en los “calzones del saturnino. Buscáronle ambos mucho tiempo; al cabo toparon con la tripulación y la metieron en el navío lo mejor que pudieron. Cogió el sirio a los oradorcillos y les habló con mucha afabilidad, aunque estaba algo mohíno de ver que unos infinitamente pequeños tuvieran una vanidad casi infinitamente grande. Prometióles que compondría un libro de filosofía escrito en letra muy menuda para su uso y que en él verían el porqué de todas las cosa; y en efecto, antes de irse les dio el libro prometido que llevaron a la Academia de Ciencias de París. Mas cuando lo abrió el viejo secretario se halló con que estaba todo en blanco, y dijo: “¡Ah! Ya me lo presumía yo”.
Con esta burla homérica se cierra nuestra narración.
La traducción es la versión del Abate Marchena.

martes, 27 de mayo de 2014

NADA DE CAMELOPARDÁLIDAS, MUCHAS ETA ACUÁRIDAS Y EL COMETA LINEAR X1

Parece ser que las camelopardálidas tan esperadas se asemejaron bastante a un fiasco, digo “parece ser” porque no pudimos observar nada desde nuestra latitud, ni uno solo de los tan esperados meteoros rozadores que saldrían desde el horizonte. Yo no pude observar ninguna desde el fondo de mi casa ni tampoco vieron ninguna los amigos de la AEA que estuvieron 2 horas bajo el rocío de la madrugada en pleno campo. Si bien el radiante estaba por debajo del horizonte, si hubiera sido una auténtica tormenta de meteoros hubiéramos visto alguno.
Lo que si pudimos observar, en la madrugada del sábado y en la madrugada del domingo fue un gran número de meteoros que parecían provenir del radiante de las eta acuáridas, que no son otra cosa que minúsculos fragmentos dejados atrás por el cometa Halley en sus anteriores acercamientos al Sol. Lamentablemente la excitación por las camelopardálidas me hizo olvidar a las eta acuáridas, que tienen una tasa de entre 30 y 40 meteoros por hora (por eso no tenía la carta estelar apropiada). Pero lo extraño es que supuestamente la actividad de las eta acuáridas no se extiende más allá del 20 de mayo, y el número de meteoros observados no se corresponderían con los últimos días de una lluvia meteorítica.
El año que viene nos proponemos observar a las eta acuáridas como se merecen.
Y el domingo a las 4.11 pudimos observar, una vez más, al cometa C/2012 X1 Linear. Las condiciones de observación no eran malas ni tampoco excelentes, con bastante humedad ambiente. Los que siguen el blog recordarán las observaciones y las fotografías que hemos ido publicando. Desde el hemisferio sur lo hemos podido observar luego de alcanzado el perihelio en febrero de este año. Mantuvo un brillo estable por varios meses pero ha comenzado ha decrecer un poco más aceleradamente. Pudimos medir una magnitud de 9.5 y un diámetro de coma (bastante difusa) de 3 minutos de arco. Aquí el reporte:

 C/2012X1 May. 25.29 UT: m1=9.5, Dia.=3’, DC=2, Cola:NO; 25 cm. SC-T (40x); Mét. Sidgwick, Cat. Tycho II; Alberto Anunziato (Oro Verde, Argentina).

jueves, 22 de mayo de 2014

LAS CAMELOPARDALÍDAS DEL 24 DE MAYO DESDE PARANÁ

Estamos a pocas horas de la tan esperada tormenta meteorítica de las Camelopardalidas. Estas partículas de polvo pertenecientes al cometa periódico 209P/LINEAR nos tienen emocionados… y angustiados.
Tenemos que lidiar con nuestra latitud, desde Sudamérica y en especial desde Argentina no podemos ver la zona del radiante, ubicada en la constelación de la Jirafa (“camelopardus” en latín). Bueno, es obvio que desde Sudamérica no podemos observar jirafas.
Aquí el radiante, ilustración de la edición online de Sky and Telescope:


Esto ya lo sabíamos con anterioridad, pero tiene un consuelo: podremos observar algunos meteoros que aparecerán surgiendo desde el horizonte norte-noroeste.  Si bien veremos sólo un porcentaje bastante menor de lo que se podrá ver el hemisferio norte, ese porcentaje no será desdeñable, ya que se espera una tasa de entre 100 y 400 meteoros por hora, con la remota posibilidad de que se alcanzan los 1.000 meteoros por hora en un cielo libre de contaminación lumínica.
También tenemos que lidiar con la maldición del astrónomo: las nubes. En Paraná no hemos visto el sol desde hace casi 10 días, y se acerca el día clave… y cada vez hace más frío, lo que va a dificultar estar a gusto a la hora de la espera tormenta, entre las 3,30 y las 4,30 del 24 de mayo, hora argentina (6,30 a 7,30 TU).
Pero las posibilidades de observar bólidos son altas, y hasta es posible que alguno sea tan grande como para que llegue un meteorito.
Estas son las indicaciones de la Liga Iberoamericana de Astronomía para los astrónomos amateurs: “Desde la Coordinación de la Sección Materia Interplanetaria recomendamos observar por lo menos 3 días antes y tres días después del máximo (24 de mayo). Para el hemisferio sur observar hacia el horizonte norte en la zona de las constelaciones de Lira, Cisne y Andrómeda tres horas antes de la salida del Sol”.
No sabremos si podremos ver algo desde Argentina, pero es una oportunidad para saber más sobre este hermoso espectáculo de las “tormentas meteoríticas”. Transcribo algunos párrafos del excelente artículo de Josep Trigo que pueden leerse en: http://materiainterplanetarialiada.wordpress.com/2014/05/08/una-tormenta-meteorica-este-24-de-mayo/

En ese mismo link podrán encontrar el siguiente gráfico, muy ilustrativo de la dinámica de este fenómeno:


“Los meteoros son fenómenos comunes pues desde el campo podemos ver varios a lo largo de una hora en condiciones de buena oscuridad. Sin embargo, las tormentas meteóricas son fenómenos celestes mucho más esquivos y requieren un encuentro geométrico perfecto entre la trayectoria de la Tierra y las cortinas de polvo que dejan los cometas. Una tormenta de este tipo viene definida cuando un observador en condiciones ideales puede observar del orden de 1.000 meteoros en una hora. Quizás se pregunten cómo puede producirse algo así. La explicación radica en que los cometas están formados por una mezcla de granos minerales refractarios, materia orgánica y compuestos volátiles en forma de hielo. Cuanto más se acercan al Sol mayor es la sublimación de esos volátiles que, al ser expulsados al espacio, impulsarán las pequeñas partículas sólidas en órbita solar. Durante sus pasos próximos al Sol (conocidos como perihelios) los cometas suelen desprender miles de toneladas de materiales cada segundo y, por tanto, producen auténticos enjambres de partículas cuyas órbitas son parecidas a la de su cometa. Los meteoroides contenidos en tales husos o aglomeraciones, conocidas como cortinas de polvo (en inglés: dust trails) producen las tormentas meteóricas que acontecen sobre la Tierra pocas veces en un siglo”.
“Las tormentas meteóricas son espectáculos celestes bastante breves pues la Tierra atraviesa en pocas horas esos husos densos. Podríamos pensar que su periodicidad vendría dada por el propio periodo orbital de los meteoroides pero en la práctica la estrechez de esos husos de partículas y la rápida evolución orbital de esas partículas (sometidas a perturbaciones gravitatorias con los planetas) hace que las condiciones de encuentro con la Tierra varíen y puedan no repetirse en décadas o siglos. De hecho los meteoroides que forman esos husos de partículas, emitidos en un determinado paso por el perihelio de su cometa, se mantienen juntos por plazos relativamente breves, completando unas pocas revoluciones al Sol. En pocos siglos las diferencias en la dirección y velocidad de eyección de cada partícula y las perturbaciones planetarias hacen que sean redistribuidas alrededor del Sol para producir las lluvias de meteoros de periodicidad anual”.
“El próximo amanecer del día 24 de mayo tendremos una oportunidad única de asistir a un encuentro con varias cortinas de polvo del cometa 209P/LINEAR como bien ejemplifica esta animación realizada por José M. Madiedo (http://www.youtube.com/watch?v=fAv1lQNMPQ8). Tal y como predijo el finlandés Esko Lyytinen hace casi una década la Tierra interceptará varias regiones posiblemente plagadas de diminutos fragmentos de ese cometa periódico. De acuerdo a los cálculos de Lyytinen los meteoroides del cometa 209P/LINEAR incidirán sobre la atmósfera terrestre a una velocidad de unos 20 km/s, es decir, a unos 72.000 km/hora. Al penetrar a esas velocidades en la atmósfera terrestre la superficie del meteoroide queda expuesta a continuas colisiones con lo que las partículas se calientan superficialmente hasta que sus materiales se funden, fragmentan y evaporan durante la llamada ablación y dando lugar entonces al meteoro o estrella fugaz en sí misma. Dada la geometría del encuentro entre las cortinas de ese cometa y la Tierra los meteoros parecerán proceder de un radiante situado en la constelación de la Jirafa (A.R.: 122º y Dec.:+79º), aproximadamente a unos 10º por debajo de la estrella Polar. Una integración orbital de un modelo que considera las partículas desprendidas en los pasos por el perihelio del cometa 209P/LINEAR permite reconstruir la posición en que esos husos de partículas cruzan la órbita terrestre. Fijémonos en algo bastante inusual: prácticamente todas las cortinas de meteoroides producidas por los pasos por el perihelio del cometa entre 1803 y 1924 cruzan la órbita terrestre”.

Para los que tengamos la desgracia de tener nubes y horizontes no despejados, podremos seguir el espectáculo desde:
Y

martes, 20 de mayo de 2014

Más noticias de la Sonda Rosetta

El objetivo de la sonda Rosetta, el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko ha desarrollado su coma. Hace poco posteamos la primera foto obtenida después de la activación de la sonda y ahora las imágenes nos muestran que el cometa ha comenzado a extender una coma que ya se extiende en un radio de 1.300 kilómetros alrededor de su pequeño núcleo de 4 km.
A una distancia de 600 millones de kilómetros del Sol, la superficie del núcleo ha comenzado a calentarse, a sublimarse sus hielos y a escapar el gas entre las rendijas del mismo. Con el gas va el polvo y ambos conforman la cabellera del cometa (“coma”) que da nombre a estos astros vagabundos.
Es la oportunidad perfecta para estudiar el mecanismo que produce la coma, mientras la nave se acerca al cometa y antes de ingresar a la misma en un par de meses.
Las observaciones actuales sirven para ir conociendo más sobre el núcleo en el que se posará el lander Philae, como determinar su velocidad de rotación, una vez cada 12.4 horas, 20 minutos menos de lo previsto.
Mientras tanto disfrutemos de este maravilloso gif, compuesto por imágenes tomadas entre el 27 de marzo y el 4 de mayo. En ese período la distancia entre la sonda y el cometa disminuyó de 5 millones a 2 millones de kilómetros. Se puede apreciar claramente la formación de la coma.

Fuente: http://www.esa.int/Our_Activities/Space_Science/Rosetta/Rosetta_s_target_comet_is_becoming_active


lunes, 12 de mayo de 2014

LOS AMORES DEL COMETA

Les presento un hermoso texto del escritor mexicano Manuel Gutiérrez Nájera, escrito en 1882 e inspirado por la aparición del cometa más brillante de los tiempos modernos, el Gran Cometa de Septiembre de 1882, que llegó a una magnitud de ¡-18!, fue descubierto (aunque dato se olvida siempre) desde el Observatorio Astronómico de Córdoba. Y si el último post fue sobre un cometa del grupo de rasantes de Kreutz, éste también lo es. Así se vió en 1882:


Los amores del cometa
De oro, así es la cauda del cometa. Viene de las inmensas profundidades del espacio y ha dejado en las púas de cristal que tienen las estrellas muchas de sus guedejas luminosas. Las coquetas quieren atraparle; pero el cometa pasó impasible, sin volver los ojos, como Ulises por entre las sirenas. Venus le provocaba con su voluptuoso parpadeo de medianoche, como si ya tuviera sueño y quisiera volver a casa acompañada. Pero el cometa vio el talón alado de Mercurio, que sonreía mefistofélicamente, y pasó muy formal a la distancia respetable de veintisiete millones de leguas. Y allí le veis. Yo creo que en uno de sus viajes halló la estrella de nieve, a donde nunca llega la mirada de Dios, y que llaman los místicos infierno. Por eso trae erizos los cabellos. Ha visto muchas tierras, muchos cielos; sus aventuras amorosas hacen que las Siete Cabrillas se desternillen de risa y cuando imprima sus memorias veréis cómo las comprarán los planetas para leerlas a escondidas, cuidando de que no caigan en poder de las estrellas doncellitas. Tiene mucha fortuna con las mujeres: ¡Es de oro!
No me había sido presentado. Yo, comúnmente, no recibo a las cuatro y treinta y dos minutos de la madrugada; y ese gran noctámbulo deja sus sábanas azules muy temprano, para espiar la alcoba de la aurora por el ojo de la llave, luego que la divina rubia salta de su lecho con los brazos desnudos y el cabello suelto. Su pupila de oro espía por la cerradura de oriente. Tal vez en ese instante la aurora baja las tres gradas de ópalo que tiene su lecho nupcial, busca para cubrir sus plantas entumecidas las pantuflas de mirtos que los ángeles forran por dentro con plumas blancas desprendidas de sus alas. Y él la mira; la circunda con el áureo fluido de sus ojos; la palpa con la vista: siente las blandas ondulaciones de su pecho; ve cómo entorna los párpados, descubriendo sus pupilas color de nomeolvides y recibe en el rostro las primeras gotas de rocío que van cayendo de las trenzas rubias, cuando la diosa moja su cabeza en la gran palangana de brillantes, y aliña con el peine de marfil su cabellera descompuesta por la almohada. El cometa está enamorado. Por eso se levanta muy temprano.
Cuando los diarios anunciaron su llegada yo dudé de su existencia. Creí que era un pretexto del sol para obligarme a dejar el lecho en las primeras horas matinales. El padre de la luz está reñido conmigo porque no le hago versos y porque no me gusta su hija, el alba.
La blancura irreprochable de esa mujer me desespera; y desde que amo con toda el alma a una morena, odio a las rubias, y sobre todo a las inglesas. La noche es morena… ¡Como tú! ¡Perdón! Debí haber dicho: ¡Como usted!
Pero el cometa, a pesar de estas dudas, existía. Un sacerdote que va a decir su misa antes del alba le había visto. No era, pues, un pretexto del hirviente sol para tenerme desvelado y vengarse de todos mis desvíos. Los panaderos le conocían y saludaban. El gran viajero del espacio estaba en México.
Los graves observadores de Chapultepec no han despegado aún sus labios, y guardan una actitud prudente para no comprometerse. No saben todavía si ese cometa es de buena familia. Y tienen sobradísima razón. No hay que hacer amistades con un desconocido, que, a juzgar por la traza, es un polaco aventurero. Sobre todo, no hay que fiarle dinero. ¿A qué ha venido?
La honradez del cometa es muy dudosa. Sale a la madrugada del caliente camarín en que duerme la aurora, y no contento aún con deshonrarla de este modo espía por la cerradura de la llave hasta que acaba de lavarse. Yo no sé si la aurora es acosada; pero séalo o no, la hora a que el cometa sale de su casa no habla muy alto en pro de su reputación…
El cometa no es caballero. Hace alarde de sus bellaquerías; sale con insolencia, afrentando a los astros pobres con el lujo opulento de su traje, y, sin respeto al pudor de las estrellas vírgenes, compromete la honrosa reputación de una señora. No tiene vergüenza. Cuando menos debía embozarse en una capa.
Vanamente esperé que el gran desconocido apareciera en el cielo raso de mi alcoba. Para este excursionista, que no viene de Chicago, no hay hombres notables ni visitas de etiqueta. Tuve, pues, que esperarle en pie y armado, como aguarda un celoso al amante de su mujer, para darle, al pasar, las buenas noches. Eran las cuatro y media de la madrugada. Las estrellas cuchichearon entre sí, detrás de los abanicos, y algo como un enorme chorro de champagne, arrojado por una fuente azul, se dibujó en Oriente. Era el cometa. La luna, esa gran bandeja de plata en donde pone el sol monedas de oro, se escondía, desvelada y pálida, en el Oeste.
Los luceros y yo teníamos frío.
Mas si el cometa no presagia ahora el desarrollo de la epidemia, ni la contingencia de un conflicto internacional con Guatemala, sí puede chocar en el océano oscuro del espacio con esta cáscara de nuez en que viajamos. Tal conjetura no es absolutamente inadmisible. Hay 281 millones de probabilidades en contra de esa hipótesis, pero hay una a favor. Si el choque paralizara el movimiento de traslación, todo lo que no está pegado a la superficie de la tierra saldría de ella con una velocidad de siete leguas por segundo. El tenor Prats llegaría a la luna en cuatro minutos. Si el choque no hiciera más que detener el movimiento de rotación, los mares saldrían de madre descaradamente y cambiarían el Ecuador y los polos. ¡Qué admirable espectáculo! Los mares vaciándose, como platones que se voltean, sobre la tierra. El astrónomo Wiston cree y sostiene que el diluvio fue ocasionado por el choque de un cometa: el que apareció nuevamente en 1680.
Podía también el bandolero del espacio envolvernos en su opulenta cola de tertulia. Los cometas debían usar vestido alto. Por desgracia, sus grandes colas áureas, eterna desesperación de las actrices, tienen a las veces treinta y hasta ochenta millones de leguas. Si la extremidad de una de esas colas gigantescas penetrase en nuestra atmósfera, cargadas como están de hidrógeno y carbono, la vida sería imposible en el planeta. Sentiríamos primero una torpeza imponderable, como si acabáramos de almorzar en el restaurante de Recamier, y luego, gracias al decrecimiento del ázoe, un regocijo inmenso y una terrible excitación nerviosa, provocada por la rápida combustión de la sangre en los pulmones y por su rápida circulación en las arterias. ¡Todos nos moriríamos riendo a carcajadas! Servín abrazaría a Joaquín Moreno, y García de la Cadena, al general Aréchiga.
Pero, ¿quién piensa en ese horrible fin del mundo, oh vida mía?
El olor de rosas dura poco y el champagne se evapora en impalpables átomos, si le dejamos,  olvidadizos, en la copa. Nuestro cariño vuela adonde van las notas que se pierden, gimiendo, en el espacio. Mañana tú tendrás canas y yo, arrugas. En tus rodillas saltarán contentos tus chicuelos. Descuida: tenemos tiempo para amarnos, porque el amor dura muy poco. Cierra de noche tus balcones para que no entre muy temprano la luz impertinente de la aurora, y procura que duerma tu previsión, para que no adivines los desengaños y las decepciones que nos trae el porvenir. El mundo está viejo, pero nosotros somos jóvenes.
Cuando estés en un baile, no pienses nunca en la diana del alba ni en el frío de la salida, porque tus hombros desnudos se estremecerán, como sintiendo el áspero contacto de un cierzo de diciembre, y sentirás subir a tu garganta el bostezo imprudente del fastidio. La esperma brilla, y hay mucha luz en los espejos, en los diamantes y en los ojos. La música retoza en el espacio, y el vals, como la ola azul de un río alemán, arrastra las parejas estrechamente unidas como los cuerpos de Paolo y Francesca.
Las copas de Bohemia desbordan el vino que da calor al cuerpo, y la boca entreabierta de  la mujer derrama estas palabras que dan calor al alma. El alba se espereza entretanto, y piensa en levantarse. No pensemos en ella. Afuera sopla un viento frío que rasga las desnudas carnes de esas pobres gentes que han pasado la noche mendigando y vuelven a sus casas sin un solo mendrugo de pan negro.
No pienses, por Dios, en la capota de pesadas pieles que duerme aguardándote en el guardarropa, ni en los cerrados vidrios de tu coche. Fin del mundo y salida de un baile todo es uno. Final de fiesta mezclado de silencio y de fatiga, hora en que se apagan los lustros y cada cual vuelve a su casa; aquéllos a dormir bajo las ropas acolchonadas de su lecho, y éstos a descansar entre los cuatro muros de la tumba. Las bujías pavesean, lamiendo las arandelas del enroscado candelabro; los pavos del buffet muestran sus roídas caparazones y sus vientres abiertos; los músicos, luchando a brazo partido con el sueño, como Jacob con el ángel, no encuentran aire en sus pulmones para arrojarlo por el agudo clarinete, ni vigor en sus flojas articulaciones para esgrimir el arco del violín; sobre la blanca lona que cubre las alfombras hay muchas flores pisoteadas y muchas blondas hechas trizas; las mujeres se van poniendo ojerosas, y el polvo de arroz cae, como el polen de una flor, de sus mejillas; los cocheros, inmóviles, duermen en el pescante envueltos hasta la frente con sus carricks; éste es el fin del baile, éste es el fin del mundo. Pero -aguarda un momento- ¡falta el cotillón!
Restons! L’étoile vagabonde Dont les sages ont peur loin, Peut-étre, en emportant le monde, Nous laissera dans notre coin!
El cometa no viene a exterminarnos. Sigue agitando su cabellera merovingia ante la cara respetable de la luna, y continúa sus aventuras donjuanescas. Tiende a Marte una estocada y  se desliza como anguila por entre los anillos de Saturno. ¡Míralo! Sigue lagartijeando en el espacio, bombardeado por las miradas de la Osa. Reposa en la silla de Casiopea y se ocupa en bruñir el coruscante escudo de Sobieski. El Pavo Real despliega el abanico de su cola para enamorarle, y el ave indiana va a pararse en su hombro. La Cruz Austral le abre los brazos, y los Lebreles marchan obedientes a su lado. Allí está Orión, que le saluda con los ojos, y el fatuo Arturo viéndose en el espejo de las aguas. Puede rizar la cabellera de Berenice, e ir, jinete en la Girafa, a atravesar el Triángulo boreal. El León se echa a sus pies y el Centauro le sigue a galope. Hércules le presenta su maza y Andrómeda le llama con ternura. La Vía Láctea tiende a sus pies una alfombra blanca, salpicada de relucientes lentejuelas, y el Pegaso se inclina para que lo monte.

Pero vosotras no lo poseeréis, ¡oh estrellas enamoradas! Ya sabe lo que otros de sus compañeros han perdido por acercarse mucho a los planetas. Como los hombres cuando se enamoran, se han casado. Perdieron su independencia desde entonces, y hoy gravitan  siguiendo una cerrada curva o una elipse. Por eso huye y esquiva vuestras redes de oro; ¡es de la aurora! Miradle cómo espía a su rubia amada por la brillante cerradura del Oriente. El cielo empieza a ruborizarse. ¡Ya es de día! Las estrellas se apagan en el cielo, y los ojos que yo amo se abren en la tierra.

jueves, 8 de mayo de 2014

RECUERDOS DE LA CONTEMPLACIÓN DEL C/2011 W3 LOVEJOY

La contemplación de los astros, como parte de la contemplación de la naturaleza, es una experiencia distinta a la que vivimos todos los días. Por pocos instantes olvidamos las necesidades acuciantes de nuestro presente, los remordimientos del pasado, los temores sobre el futuro. Todos disfrutamos estos momentos, pero muchos lo hacen de manera inconsciente, pensando que son momentos lindos, pero carentes de importancia, la clave es retener lo importante que es la contemplación para aumentar nuestro conocimiento de las cosas.

Increíblemente, esta reflexión abstracta no lo es tanto, está mucho mejor explicada por esta pintura del maestro Caspar David Friedrich:


Mi recuerdo de la contemplación del cometa C/2011 W3 Lovejoy está embellecido por la distancia en el tiempo. No recuerdo que hubiera brumas ni nubes, pero ahí está la entrada de la bitácora de nuestra Sección de Cometas para recordarme que el clima no era perfecto. Pero sí recuerdo que fuimos al Observatorio de Oro Verde muchas horas antes, cerca de las 11 de la noche, y esperamos su aparición como si se fuera a abrir un telón. Recién a las 4 de la mañana comenzaría a hacerse visible, lo que no nos dejaba mucho tiempo antes del alba de ese 27 de diciembre de 2011. Recuerdo que pasamos la noche conversando y mirando hacia el este como si por mirar más apareciera antes. Pese a que era verano, sufrí el frío como nunca por no haber llevado pantalones largos.
Me imagino que los que estábamos (según nuestra bitácora: Pancho, Rafa, César, Alberto, Juan Pablo, Juanca y Mariano) habremos estado mirando al cielo como los protagonistas de “I vitelloni” de Federico Fellini contemplaban el frío mar invernal:


El Lovejoy cumplió la hazaña en la que falló el cometa Ison: su núcleo sobrevivió al perihelio abrasador de un cometa rasante. Lo descubrió un astrónomo amateur que ha ya descubierto cuatro cometas, el australiano Terry Lovejoy, en el que fue el primer descubrimiento telescópico en 40 años de un cometa rasante del grupo de los Kreutz (los que más se acercan al sol en su perihelio y que llevan el nombre del astrónomo alemán que descubrió que eran fragmentos de un gigantesco cometa). Y lo hizo con un telescopio Schmidt-Cassegrain de apenas 20 cm.
Fue descubierto el 27 de noviembre de 2011, pocos días antes de su perihelio (16 de diciembre de 2011), pero sólo después de Navidad comenzó a ser visible en nuestra latitud.  Nadie esperaba que sobreviviera a las terribles temperaturas de la corona solar, ya que pasó a escasos 140.000 kilómetros de la superficie del Sol. Pero lo hizo, seguramente perdió una gran parte de su masa, pero su núcleo (que solo conjeturalmente se estimó en 500 metros de diámetro) sobrevivió al perihelio.
Es materia de conjetura si el núcleo pudo haberse fragmentado luego del estallido del 19 de diciembre, dado que las observaciones posteriores la cola era muy nítida pero no se observó la condensación central de la coma alrededor del núcleo.
Nosotros lo observamos, como dijimos, el 27 de diciembre a las 4,30 hora argentina (7,30 UT). Ya estaba perdiendo brillo aceleradamente. Reportamos a la LIADA una magnitud de 5 (muy lejos de su máximo de -4)., un diámetro de coma de 12 minutos de arco, un grado de condensación de la coma de 1 (siendo 0 el menos denso y 9 el máximo) y una cola que se extendía por 35º en el cielo. Aquí está el reporte en formato LIADA:

C2011 W3 Lovejoy 2011 Dec 27.31 UT: m1=5.0, Dia.=12’, DC=1, Cola: 35º en AP 135º; 10X50 B/SV; Mét. Sidgwick, Cat. Tycho II; Alberto Anunziato (Oro Verde, Argentina)

Esa experiencia no se repetirá, porque se ha estimado que el próximo perihelio de nuestro amigo será en el año 2633.
Las siguientes fueron las fotografías que obtuvieron miembros de nuestra asociación en los días anteriores:
Germán Savor el 25-12-11:
Luis Trumper el 26-12-11:

Juan Pablo Lescano y Román García Verdier el 26-12-11:


viernes, 2 de mayo de 2014

El Cometa 209/P LINEAR y la próxima tormenta de meteoros.

El 3 de febrero de 2004 el Lincoln Near Earth Research (LINEAR) descubrió uno de los tantísimos cometas que llevan su nombre, el cometa periódico 209P/LINEAR. El período orbital de este cometa es bastante corto, poco más de 5 años. Estamos cerca del perihelio (6 de mayo) y de su paso a media unidad astronómica de la Tierra (29 de mayo), pero el 24 de mayo es la fecha clave: ese día la Tierra atravesará el enjambre de meteoroides dejado durante sus anteriores travesías quinquenales entre 1803 y 1924. Lo que generará una auténtica “tormenta de meteoros” en la que podremos observar, según estimaciones científicas, entre 100 y 400 estrellas fugaces por hora, incluso podrían darse más.  Desgraciadamente el radiante se encuentra en la constelación de la Jirafa (“Camelopardus”), que no podemos observar en nuestra latitud. Pero el  máximo será a las 4.40 hora argentina (7.40 TU) del sábado 24 de mayo y no habrá luna, por lo que es probable que podamos observar parte de esa tormenta meteorítica, ya que el radiante no está muy por debajo del horizonte norte, por lo que observaremos seguramente sólo parte de los meteoros pero estos serán de trazo largo y lento, al estar alejados del centro del radiante.
Ojalá que no esté nublado y que sea algo así:


Fuente: http://www.imcce.fr/langues/en/ephemerides/phenomenes/meteor/DATABASE/209_LINEAR/2014/index.php