Hace poco realizamos varias entradas sobre el
doble acercamiento cometario, el segundo más cercano de la historia (en cuanto
existen registros). Dijimos también que el paso de un cometa registrado más
cercano a la Tierra
fue el del cometa Lexell (en rigor D/1770 L1 Lexell).
Fue descubierto por el cazador
de cometas más famoso, Charles Messier, el 14 de junio de 1770. ¿Y por qué no
se llama Messier? Ah, no lo sé, lo cierto es que forma parte del reducido grupo
de cometas cuyo nombre deriva de la persona que calculó su órbita (como el 1P
Halley y el 2P Encke), en este caso el astrónomo y matemático sueco Anders
Johan Lexell.
El 1 de julio de 1770 el
cometa pasó a sólo 0,015 unidades astrónomicas de la Tierra. Parece haber sido un
buen espectáculo ya que en 24 horas cruzó 42 grados y fue descripto como “tan
grande como Júpiter, rodeado de una coma de luz brillante, cuya parte más
brillante era tan grande como la
Luna ”. De hecho, pasó tan rápido que la última vez que se lo
vio fue, luego del perihelio, el 3 de octubre de 1770 (por el incansable
Messier, el primero y el último en verlo).
Para 1770 ya se había comprobado la órbita elíptica
del Halley (en su paso por 1759), pero calcular órbitas y predecir retornos era
una tarea ciclópea. Halley había utilizado datos históricos de las apariciones
anteriores (en esa época los estudios cometarios tenían una buena dosis de
historia). Pero con cometas menos conspicuos, las cosas se ponían difíciles y para
1770 no se había podido determinar la órbita de ningún otro cometa. No era de
extrañar que el 1P fuera considerado una excepción y que se pensara que los
demás cometas no tenían órbita elíptica y que por lo tanto visitaban el sistema
solar una vez solamente.
Lexell logró calcular una órbita
de 5.58 años y según sus cálculos la misma, anteriormente mucho más extensa,
había sido alterada por la atracción gravitatoria de Júpiter en 1767 (por lo
que el Lexell fue el primer cometa conocido de los llamados “de la familia de Júpiter”).
El perihelio de 1776 no pudo ser confirmado porque nadie logró observarlo. Lexell,
en colaboración el famoso sabio francés Pierre Simon Laplace, sostuvo que un
nuevo paso por las cercanías de Júpiter en 1779 había perturbado nuevamente su órbita,
alejándolo quizás más allá del sistema solar.
Calcular la órbita del cometa
Lexell parece haber sido el deporte de moda entre los astrofísicos desde 1770
hasta nuestros días, a juzgar por la inmensa cantidad de determinaciones
orbitales (entre ellos muchos conocidos como Pingré, Lambert y Le Verrier). Supuestamente,
y según Wikipedia “los cálculos de Kazuo
Kinoshita pusieron en evidencia que en 1779 el cometa Lexell se aproximó a
0,0016 UA del quinto planeta del Sistema
Solar, lo que hizo pasar su distancia en el perihelio de
0,7 UA a 5,2 UA, transformando su trayectoria en una órbita elíptica con un
período orbital de aproximadamente 200 años”. Deberíamos haber observado al cometa
en 1984-con medios mucho más modernos-pero no fue así. La verdad, a riesgo de
ser “científicamente incorrecto”, no entiendo cómo se tiene por determinada con
certeza la órbita de un cometa que nunca más fue observado, pero cuyos
perihelios venimos considerando como exactos-e incluso sus acercamientos a Júpiter,
calculados de la misma manera.
Lo cierto es que el Lexell
pertenece a la curiosa categoría de “cometas perdidos”, identificados con la
letra “D”.
El lector del blog sabrá que
el Cometa Lexell es el que trae el fin de mundo:
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