La misión EPOXI
(una extensión de la misión DEEP IMPACT) fue una de las últimas misiones
cometarias, en 2010, y consistió en un sobrevuelo del cometa 103 P/Hartley. Ese
sobrevuelo fue muy interesante porque reveló que el núcleo cometario era
pequeño (poco más de 1 kilómetro), tenía forma de “maní” con dos lóbulos de
distinto tamaño, y era “hiperactivo”, lo que convertía al Hartley en un cometa
muy brillante, más allá de su tamaño.
Se puede registrar
la presencia de grandes peñascos (de hasta 40 metros de diámetro) de tonos
claros en la superficie del núcleo. Además, fue el primer cometa visitado por
una sonda en el que la actividad del núcleo no se debía principalmente a la
sublimación de vapor de agua sino a la de dióxido de carbono congelado, y
además la sublimación se originaba de una zona específica del núcleo (rica en
dióxido de carbono). Esto sería una anomalía, ya que un cometa antiguo (como lo
son todos los que empiezan con la P de “periódicos”) ha tenido muchos
perihelios y en tantos viajes por el sistema solar ha perdido sus capas
exteriores y con ellas el dióxido de carbono atrapado en ellas. Hay una hipótesis:
una avalancha en el lóbulo más pequeño, exponiendo capas profundas del núcleo,
con dióxido de carbono sublimándose e incluso hielo siendo eyectado pero no tan
velozmente como para escapar al pequeño campo gravitatorio del cometa, por lo
que vuelven a caer a la superficie del núcleo, lo que explicaría la tonalidad
clara de las rocas de las que hablamos.
¿Avalanchas en los
cometas? Sí, se comprobó al menos una vez. Lo hizo Rosetta el 19 de febrero de
2016 en el 67P/Churyumov-Gerasimenko, lo que originó un outburst realmente
impresionante que vemos en la imagen. Bueno, el del 103P fue una avalancha
mucho más grande y ha mantenido al cometa hiperactivo desde que se produjo.