El Gran Cometa de 1577 fue quizás
el más importante de todos, disputando el lugar con el Halley, pues fue el
cometa que estudió Tycho Brahe por paralaje. El sabio danés llegó a la
conclusión de que se ubicaba más lejos de la atmósfera terrestre, destruyendo
empíricamente la noción de los cometas como fenómenos sublunares, que venía de
Aristóteles y seguiría siendo defendida por Galileo. Enviar a los cometas a los
abismos del espacio los hizo menos temibles.
Aquí Tycho nos cuenta su primera
observación de l histórico cometa.
Traducido del francés del “ Tratado
del cometa que apareción en diciembre de 1743” de Jean Philippe Loys de Chesseaux.
“Observé por primera vez esta estrella con
cola el 13 de noviembre de 1577 en la isla de Huene (que los extranjeros llaman
Ecarlatine), del célebre distrito de Sund. Habiendo ido poco antes de la puesta
del Sol a esperar la noche para pescar en uno de mis criaderos de peces, y
mientras tiraba las redes me ocupaba de contemplar el Cielo de occidente para
analizar si la pureza del aire nos permitiría nuestro placer ordinario de
observar los astros. Distraído como
estaba, percibí en ese sector del cielo una estrella brillante que no
era Venus, ya que Venus se encuentra cerca de la Tierra y se lo contempla
antes de la salida del Sol . Todavía no podía distinguir los rayos o la
cabellera de esta estrella por la luz del Sol, todavía sobre el horizonte.
Estaba fascinado por el nuevo espectáculo que me ofrecía esta estrella
extraordinaria, cuya luz era capaz de llegar a mis ojos aunque el Sol todavía
no se hubiera puesto. Sabía que en esa porción del cielo no había ninguna
estrella fija capaz de verse de día , pues ninguna es lo suficientemente
brillante. Sabía que por occidente aparecía Saturno, pero su brillo era
insuficiente para observarlo de día. Les pregunté a los que estaban conmigo si
veían una estrella en el sitio que les indicaba y me respondieron que sí, que
debía ser Venus porque lo habían visto de día en circunstancias similares. Pero
yo sabía que no era así, porque pocos días antes lo había observado de mañana
hacia el oriente, cerca de Júpiter, por lo que era imposible que esa estrella fuese
Venus. Les dije que no podía ser Venus sino un nuevo astro extraordinario y
admirable. Cuando se puso el Sol y disminuyó la luz del día, la estrella mostró
una gran cola en dirección al este, de manera que ya no hubo dudas… Su cuerpo
era redondo, luminoso y notable por su color blanco amarillento. La cola se
extendía hacia el este, casi hasta el Sol, parecía arder, como formada por
rayos rojos, mas brillantes cerca de la cabeza y menos luminosos en los
extremos. La cola era curva, de manera que su lado cóncavo miraba al horizonte
y el convexo al Zenit”
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