Tras años de
investigación detectivesca, se ha localizado el lugar del segundo aterrizaje
del módulo Philae de Rosetta en el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. Se trata
de un lugar cuya forma recuerda a una calavera y donde Philae dejó su huella en
el hielo de miles de millones de años de antigüedad, revelando así que el
interior helado del cometa es más suave que la espuma de un capuchino.
Philae
descendió hasta la superficie del cometa el 12 de noviembre de 2014.
Rebotó en la región de Agilkia, donde se hallaba el lugar de aterrizaje
inicial, y se embarcó en un vuelo de dos horas, durante las cuales chocó con el
borde de un acantilado y se precipitó por un segundo lugar de aterrizaje.
Philae acabó deteniéndose en la región de Abydos, en un lugar poco expuesto que
no fue identificado entre las imágenes de Rosetta hasta 22 meses después,
pocas semanas antes del final de la misión.
Laurence O’Rourke, científico de la ESA que tuvo un
papel clave en la localización de Philae, también se había propuesto dar con el
segundo lugar de aterrizaje, que seguía siendo un misterio.
“Philae nos
dejó un último enigma que resolver”, señala. “Localizar este lugar de
aterrizaje era importante, porque los sensores de Philae indicaban que había
penetrado en la superficie y eso significaba que muy probablemente habría
expuesto el hielo primitivo existente por debajo, lo que nos permitiría acceder
a hielo de miles de millones de años de antigüedad, algo impagable”.
“El mero hecho
de que Philae chocase con el lateral de la grieta nos permitió llegar a la
conclusión de que esta mezcla de polvo y hielo de miles de millones de años de
antigüedad es extraordinariamente suave, más esponjosa que la espuma de un
capuchino, de un baño de burbujas o de las olas al romper en la costa”, añade
Laurence.
FUENTE (AMELIA ORTIZ):
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