En
1910 el Observatorio más importante de Argentina era el de Córdoba, fundado en
la presidencia de Sarmiento (1871). Los planes de observación estaban
relacionadas con cuestiones prácticas para un país que se organizaba: husos
horarios, determinaciones geográficas, etc., así como la incipiente
catalogación de las estrellas del hemisferio sur. Los cometas no estaban entre
los objetivos, pero los cometas eran uno de los fenómenos astronómicos más
populares y pronto el observatorio debió sumarse a su observación, como una
especie de retribución (premiando el interés público) por los gastos de su
funcionamiento (según la crítica de la prensa).
En
1909 asume la dirección del Observatorio el norteamericano Charles Perrine (que
continuó hasta 1936), quien era un experto descubridor de cometas, se abre la
era dorada de la astronomía cometaria argentina. ¡Justo en la época del paso
más famoso del cometa más famoso: el Halley!
El
término “edad dorada de la astronomía cometaria” es mío, pero surge de la
lectura del capítulo “Historia del Observatorio Astron¶omico de Córdoba” por S.
Paolantonio y E. Minniti en “Historia de la Astronomía Argentina” (editado en
La Plata, 2009, por la Asociación Argentina de Astronomía), en el que leemos: “Estos
trabajos evolucionaron paulatinamente a lo largo de la administraci¶on del Dr.
Perrine. En un comienzo, se continuó con lo realizado en las anteriores direcciones,
consistente principalmente en la determinación de la posición del núcleo,
empleando el Gran Refractor y el micrómetro, y ocasionales descripciones del
aspecto general del cometa. Con la llegada de la Dra. Anna E. Glancy en la década
de 1910, la que se dedicó casi por entero al seguimiento de numerosos cometas y
asteroides, se comenzaron a efectuar en forma sistemática cálculos de los parámetros
orbitales, así como descripciones detalladas de las colas y expulsiones de
materia, además de la obtención de espectros empleando prismas objetivo. A
fines de la década de los veinte, al ingresar al Observatorio el joven F. Jorge
Bobone, se generaliza el empleo de la fotograf¶³a para estos estudios, realizadas
en su mayoría con el telescopio Astrográfico Bobone, haciendo uso de sus excelentes
conocimientos matemáticos, realiza metódicamente cálculos de órbitas, efeméerides
y predicciones de apariciones de cometas periódicos. En base a sus cálculos,
Bobone se convierte en el primero en avistar el cometa Encke en su retorno de
1931, un logro verdaderamente notable”.
Volviendo
al cometa Halley
El
retorno del Halley en 1910 generó un inmenso interés entre el público y los
astrónomos, ya que pasaría a una distancia inusualmente pequeña de nuestro
planeta, al punto que la Tierra pasaría por su cola. Así lo cuenta el mismo
Perrine, en la cita del libro al que ya aludimos: “Desde muchos años antes de
su aparición, este, el más famosos de los cometas, fue esperado con el más vivo
interés por los astrónomos.
No
solamente como uno de los más impresionantes espectáculos de la naturaleza,
sino como una oportunidad muy extraordinaria de estudiar uno de los más
importantes miembros de esta clase de cuerpos excepcionales. Investigaciones de
toda clase, se proyectaron y métodos determinados de solución se planearon con
larga anticipación
a
la aparición del cometa. Aparatos fueron construidos y guardadoshasta que
\Halley llegara"