Izquierda: Dispositivo diseñnado y construido en el ONA para la determinaci¶on del brillo del cometa Halley. Derecha: Charles Dillon Perrine, 1926 (Archivo OAC, digitalizadas por los autores del texto citado Santiago Paolantonio y Edgardo Minitti).
De
las páginas 113/114 de la monumental “Historia de la Astronomía Argentina”, más
precisamente del capítulo “Historia del Observatorio Astronómico de Córdoba” de
Santiago Paolantonio y Edgardo Minitti extrajimos el texto que sigue,
ilustrativo de la esencial importancia de las observaciones argentinas
(cordobesas) del Halley en 1910:
“La principal investigación proyectada para el Halley, fue la determinación de su brillo. Para llevar adelante este estudio debía enfrentarse un gran problema. Mientras que el brillo de objetos puntuales como las estrellas, es relativamente simple de obtener por comparación directa con otras fuentes de luminosidad conocida, hacerlo con objetos extensos como son los cometas, acarrea serias dificultades. Con la intención de salvar este inconveniente, Perrine se propuso emplear el método de fotografías extrafocales, el que había sido objeto de varios estudios (Stetson 1923). En este, las fotografías del cometa y de su entorno estelar, son obtenidas moviendo la placa entre 8 y 15 mm de la posición de enfoque. De esta manera, las imágenes formadas resultan ser pequeños círculos, todos de igual tamaños, con lo que se elimina la mayor parte de las dificultades.
La obtención de las placas y su posterior medición, resultó ser un trabajo sumamente arduo. Debieron solucionarse numerosos inconvenientes, que implicaron limitar las mediciones a la zona cercana al núcleo del cometa y durante la época en la que este presentó el mayor brillo. Se lograron en total 40 placas, las que fueron medidas dieciséis años más tarde. No queda claro cuáles fueron las razones de tanto atraso en el comienzo del trabajo. Tal vez se debió a la imposibilidad de resolver los problemas que implicaba la medición o a la demora en la llegada del fotómetro para realizar las mismas. Esto sin embargo, no da respuesta al por qué no se publicaron las restantes observaciones obtenidas.
Las placas se midieron con un fotómetro, construido utilizando un tubo fotoeléctrico comprado para la observación automática de tránsitos con el círculo meridiano. El instrumento pudo ser confeccionado gracias a la colaboración del ingeniero electricista J. T. Rodwell, empleado del Ferrocarril Central Córdoba. Más allá de las publicaciones sobre los avances de las observaciones que se llevaban adelante, la lista de las fotografías realizadas en Córdoba aparece en el 15 Meeting de Harvard de la Sociedad Astronómica y Astrofísica Americana de 1912. Son destacadas junto a las del Lick Observatory como las mejores realizadas. Los resultados definitivos aparecen recién en 1934, en el Volumen 25 de los Resultados del ONA. La Dra Glancy hacía mucho había retornado a su patria, Symonds había fallecido hacía ya un lustro y Winter se jubiló ese mismo año. Sin dudas, el impacto que tuvo el Volumen 25 no fue grande 23 años después del paso del Halley. A pesar del atraso en la aparición del trabajo, las observaciones fueron de gran utilidad para fijar la órbita y predecir el retorno del cometa para 1986 (Zadunaisky 1962). El primero en realizar este trabajo fue J. Bobone, quien efectuó los cálculos para la determinación de la órbita definitiva del cometa, con la cual, teniendo en cuenta la acción de todos los planetas conocidos, se fijó la fecha de su retorno al perihelio. Las mediciones fotométricas, más de medio siglo después, fueron utilizadas para los estudios de la evolución del núcleo y su interacción con la radiación solar (Schleicher & Schelte 1991)”.
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