Y tal vez no superemos la prueba
Por
Avi Loeb
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La
trayectoria anómala del 3I/ATLAS y su velocidad lo alejan de ser un cometa al
uso y pueden indicar un posible origen tecnológico. ¿Será la manera en la que
una civilización interestelar testa nuestra inteligencia?
En
1949, Alan Turing concibió
el juego de la imitación, una
prueba de la capacidad de una máquina para mostrar inteligencia artificial
equivalente a la de un ser humano. En la correspondiente Prueba de
Turing, un humano interroga a un sujeto mediante una serie de preguntas y
respuestas. Si el evaluador no puede distinguir una máquina de un humano, se
concluye que la inteligencia artificial de la máquina ha superado la Prueba de
Turing.
Se
me ocurrió que un objeto
interestelar con propiedades anómalas, como 3I/ATLAS, podría
ser la Prueba de Turing de la
inteligencia natural de la humanidad por parte de alguna inteligencia
alienígena superior. Es bien conocido por cualquier viajero
interestelar que hay abundantes rocas heladas en los sistemas planetarios.
Estas constituyen los bloques de construcción sobrantes del proceso de
formación de los planetas. Por esa razón, un alienígena podría suponer que
cualquier observador inteligente en la Tierra debe estar familiarizado con las
rocas espaciales, ya que impactan la Tierra con regularidad. No tan deprisa.
El físico alemán Ernst Florens Chladni fue
el primero en publicar en 1794 la idea de que los meteoritos podrían ser rocas que no se originaron en la Tierra, sino
en el espacio exterior. Recopiló todos los datos disponibles sobre varios
meteoritos y concluyó que debían tener sus orígenes en el espacio. La comunidad
científica de la época respondió con resistencia y burla. Pasó casi una década
antes de que se alcanzase una aceptación general del origen de los meteoritos
desde el espacio, principalmente después de que el científico francés
Jean-Baptiste Biot recogiese datos y testimonios sobre la caída de miles
de meteoritos en 1803 desde los cielos de L'Aigle, Francia.
Aunque
inicialmente fue ridiculizada como
disparatada por la comunidad científica, la noción de que existen
rocas en el espacio exterior fue finalmente aceptada como verdadera. Este
cambio de mentalidad es una marca de inteligencia. La ciencia es un trabajo en
progreso mientras aprendemos de nuevos datos anómalos.
Avancemos
hasta el 1 de julio de 2025, cuando fue descubierto el objeto
interestelar 3I/ATLAS. El objeto fue inmediatamente declarado por la comunidad científica como una roca helada, un
cometa. Esto es lo que generaciones de expertos en cometas
aceptaron como su paradigma después de 1803. Pero seguramente también deben ser
conscientes de otros desarrollos desde 1803. En 1957, el primer objeto
artificial, Sputnik 1, fue lanzado, seguido por numerosos objetos
tecnológicos que se unieron a la población de rocas en el espacio exterior.
Sin
un análisis detallado, distinguir
un objeto espacial tecnológico de una roca natural es complicado. Por
ejemplo, el telescopio Pan STARRS en Hawái descubrió en 2020 un objeto
etiquetado como 2020 SO que fue empujado por la presión de la radiación
solar y fue posteriormente identificado como una etapa superior Centaur de un
lanzamiento de la NASA en 1966 de la nave espacial Surveyor 2. De manera
similar, el 2 de enero de 2025, el Centro de Planetas Menores anunció un
asteroide cercano a la Tierra que fue posteriormente identificado como el
automóvil Tesla Roadster lanzado en 2018 por SpaceX a una órbita elíptica
alrededor del Sol. Este objeto cercano a la Tierra no era una roca, sino un coche. ¿Eso encendió la alarma de
que los expertos en cometas y asteroides podrían confundir objetos tecnológicos
interestelares con rocas? En absoluto.
Pan
STARRS también descubrió el objeto
interestelar anómalo, 1I/Òumuamua, que exhibió aceleración no
gravitacional que declina con el cuadrado de la distancia heliocéntrica —como
si fuese empujado por la presión de la radiación solar, sin mostrar evidencia
alguna de evaporación cometaria. Cuando propuse que podría ser de origen
tecnológico, igual que 2020 SO, esta noción fue ridiculizada por los expertos
en cometas, en un eco histórico del escrutinio de Chladni.
Esto
nos lleva al último objeto interestelar, 3I/ATLAS. La imagen del Telescopio
Espacial Hubble de 3I/ATLAS muestra un resplandor delante del objeto, pero
no una cola cometaria prominente detrás de él, como es el caso de los cometas
comunes. Las mediciones espectroscópicas no muestran evidencia de gas molecular o atómico que acompañe el
resplandor alrededor de 3I/ATLAS, como es el caso de la mayoría de los
cometas. Con el albedo típico del 5% para un asteroide, el diámetro de 3I/ATLAS
necesita ser de 20 kilómetros para dar cuenta de su brillo. Pero como se
argumenta en mi primer artículo sobre él, el reservorio de material rocoso en
el espacio interestelar muestra que solo puede vemos una roca de 20 kilómetros
una vez cada 10.000 años.
La posibilidad alternativa de que 3I/ATLAS
sea un objeto tecnológico que se dirige al sistema solar
interior explica su trayectoria
retrógrada alineada con el plano eclíptico de los planetas alrededor del Sol (probabilidad
del 0,2%), y su momento de llegada perfectamente ajustado a un encuentro
cercano con Marte, Venus y Júpiter (con una probabilidad del 0,0005%). Como
expliqué en un ensayo reciente, la columna de polvo compacta que precede a
3I/ATLAS puede ser suministrada durante seis meses por una capa de un milímetro
de grosor de un objeto de 20 kilómetros. Tal capa fina podría haber sido
suciedad que se acumuló en la superficie sólida de 3I/ATLAS después de que
fuese bombardeado por gas y polvo interestelar durante su viaje interestelar.
Con
eso quiero decir que una
inteligencia alienígena envió un objeto anómalo hacia el sistema
solar interior para probar el
nivel de inteligencia humana. Si los expertos terrestres en cometas
insisten en que un origen tecnológico de 3I/ATLAS es “disparate sobre zancos, y
es un insulto al emocionante trabajo en curso para entender este objeto”,"
como argumentó el profesor Chris
Lintott de la Universidad de Oxford el mes pasado, entonces los
evaluadores pueden concluir justificadamente que los humanos fallaron la prueba
y no merecen un estatus alto en la clase de civilizaciones inteligentes dentro
de la galaxia Vía Láctea.
Como
sugerí recientemente en un ensayo, una
manera de averiguar si 3I/ATLAS es tecnológico sería enviarle un mensaje.
Cuando un periodista me preguntó ayer qué mensaje deberíamos enviar a 3I/ATLAS
en caso de que albergue inteligencia, sugerí: "¡Hola, bienvenido a nuestro
vecindario. ¡Paz!" A la BBC le encantó esta respuesta y me llamó para una
entrevista de seguimiento.
El 3I/ATLAS es una cita a ciegas de
proporciones interestelares. Como optimista, prefiero aproximarme a él
con una mentalidad positiva. Cómo seguiríamos el saludo inicial con
inteligencia alienígena dependería de los datos que recojamos. Después de
confirmar que un objeto interestelar es definitivamente tecnológico y, por
tanto, se clasifica con `10' en la
escala de Loeb, una organización internacional de políticos
necesitará decidir cómo manejar la situación.
El
reto se asemeja a cómo una familia elige dar una respuesta adecuada a un visitante que apareció sin avisar en
el patio trasero. La respuesta debe ser pronta si el visitante se aproxima a la
puerta principal.
¿Sería un encuentro alienígena hostil o
amistoso? Es difícil saberlo, ya que las incertidumbres son mayores
que con otros riesgos existenciales, como la inteligencia artificial, el cambio
climático global o el impacto de asteroides. Esperemos que la humanidad aprenda
a evolucionar a un nivel superior de inteligencia siguiendo sus Pruebas de
Turing interestelares.
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