La contemplación de
los astros, como parte de la contemplación de la naturaleza, es una experiencia
distinta a la que vivimos todos los días. Por pocos instantes olvidamos las
necesidades acuciantes de nuestro presente, los remordimientos del pasado, los
temores sobre el futuro. Todos disfrutamos estos momentos, pero muchos lo hacen
de manera inconsciente, pensando que son momentos lindos, pero carentes de
importancia, la clave es retener lo importante que es la contemplación para
aumentar nuestro conocimiento de las cosas.
Increíblemente,
esta reflexión abstracta no lo es tanto, está mucho mejor explicada por esta
pintura del maestro Caspar David Friedrich:
Mi recuerdo de la
contemplación del cometa C/2011 W3 Lovejoy está embellecido por la distancia en
el tiempo. No recuerdo que hubiera brumas ni nubes, pero ahí está la entrada de
la bitácora de nuestra Sección de Cometas para recordarme que el clima no era
perfecto. Pero sí recuerdo que fuimos al Observatorio de Oro Verde muchas horas
antes, cerca de las 11 de la noche, y esperamos su aparición como si se fuera a
abrir un telón. Recién a las 4 de la mañana comenzaría a hacerse visible, lo
que no nos dejaba mucho tiempo antes del alba de ese 27 de diciembre de 2011.
Recuerdo que pasamos la noche conversando y mirando hacia el este como si por
mirar más apareciera antes. Pese a que era verano, sufrí el frío como nunca por
no haber llevado pantalones largos.
Me imagino que los
que estábamos (según nuestra bitácora: Pancho, Rafa, César, Alberto, Juan
Pablo, Juanca y Mariano) habremos estado mirando al cielo como los
protagonistas de “I vitelloni” de Federico Fellini contemplaban el frío mar
invernal:
El Lovejoy cumplió
la hazaña en la que falló el cometa Ison: su núcleo sobrevivió al perihelio
abrasador de un cometa rasante. Lo descubrió un astrónomo amateur que ha ya
descubierto cuatro cometas, el australiano Terry Lovejoy, en el que fue el
primer descubrimiento telescópico en 40 años de un cometa rasante del grupo de
los Kreutz (los que más se acercan al sol en su perihelio y que llevan el
nombre del astrónomo alemán que descubrió que eran fragmentos de un gigantesco
cometa). Y lo hizo con un telescopio Schmidt-Cassegrain de apenas 20 cm .
Fue descubierto el
27 de noviembre de 2011, pocos días antes de su perihelio (16 de diciembre de
2011), pero sólo después de Navidad comenzó a ser visible en nuestra
latitud. Nadie esperaba que sobreviviera
a las terribles temperaturas de la corona solar, ya que pasó a escasos 140.000 kilómetros
de la superficie del Sol. Pero lo hizo, seguramente perdió una gran parte de su
masa, pero su núcleo (que solo conjeturalmente se estimó en 500 metros de diámetro)
sobrevivió al perihelio.
Es materia de
conjetura si el núcleo pudo haberse fragmentado luego del estallido del 19 de
diciembre, dado que las observaciones posteriores la cola era muy nítida pero
no se observó la condensación central de la coma alrededor del núcleo.
Nosotros lo
observamos, como dijimos, el 27 de diciembre a las 4,30 hora argentina (7,30
UT). Ya estaba perdiendo brillo aceleradamente. Reportamos a la LIADA una magnitud de 5 (muy
lejos de su máximo de -4)., un diámetro de coma de 12 minutos de arco, un grado
de condensación de la coma de 1 (siendo 0 el menos denso y 9 el máximo) y una
cola que se extendía por 35º en el cielo. Aquí está el reporte en formato
LIADA:
C2011 W3 Lovejoy 2011 Dec
27.31 UT: m1=5.0, Dia.=12’, DC=1, Cola: 35º en AP 135º; 10X50 B/SV; Mét. Sidgwick, Cat. Tycho II; Alberto Anunziato (Oro Verde, Argentina)
Esa experiencia no
se repetirá, porque se ha estimado que el próximo perihelio de nuestro amigo
será en el año 2633.
Las siguientes
fueron las fotografías que obtuvieron miembros de nuestra asociación en los
días anteriores:
Germán Savor el
25-12-11:
Luis Trumper el
26-12-11:
Juan Pablo Lescano
y Román García Verdier el 26-12-11:
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