miércoles, 12 de marzo de 2014

MELANCOLÍA


Una de las imágenes más arquetípicas de un cometa en el mundo del arte es el famoso grabado de Alberto Durero de 1514, “Melancolía I”. 


Es una de las imágenes más discutidas y explicadas de la historia del arte por su enorme peso simbólico. En la parte superior izquierda del grabado vemos un cometa y un arco iris. El sentido del cometa como símbolo ha sido objeto de interpretación. Hay quien lo ve como una representación de Dios: distante en el Cielo, observa todo y domina todo. Podría ser un signo astrológico representando a Saturno, el planeta a cuya influencia deberían su carácter los melancólicos. Otros lo asocian a la estrella de Belén. Algunos sostienen que no sería un cometa sino un bólido (http://adsabs.harvard.edu/full/1992Metic..27...28M) y más precisamente el bólido que originó el meteorito de Ensisheim (que todavía se conserva) caído en 1492 y que el pintor habría presenciado. Habría que comparar este detalle del grabado:

con esta pintura de Durero, única en la historia del arte en representar un bólido, seguramente el mencionado meteorito de Ensisheim:

 Mi interpretación personal (soy de los que cree que cualquiera puede interpretar una obra de arte) es que la aparición de un cometa en el siglo XVI (y también de un bólido) es un cambio en ese sistema perfectamente armónico que era el cielo antes de los cambios constantes que traería la observación telescópica. En una máquina que funciona a la perfección un cambio sólo puede ser perjudicial y por eso es que los cometas solían verse con angustia, eran mensajeros de desgracias. Una presencia ominosa.
Y eso me recuerda a una película universalmente odiada pero que a mí me gustó bastante (puede que sea un poco pretenciosa, lo reconozco): “Melancolía” de Lars Von Trier. La melancolía de la protagonista (ahora la llamamos depresión, aunque no son equivalentes) se combina con la destrucción que traería al planeta un planeta gaseoso errante que se acerca peligrosamente a la Tierra. Ahora que lo pienso, la trama le debe mucho a “La conversación de Eiros y Charmion”, el cuento de Edgard Allan Poe que posteamos hace poco. Miren que buena imagen:
El hombre ha cambiado y los cielos cambiaron con él. Ahora la gente anhela ver cometas.

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