miércoles, 30 de mayo de 2018

LOS COMETAS DE LOS ÁNGELES EN “MALLEUS MALEFICARUM”


El “Malleus Maleficarum” (“Martillo de Brujas”)  es un tratado de demonología publicado en Alemania en 1487. En verdad, lo de “tratado” le queda grande y es poco lo que se discurre sobre demonios. Más bien es una especia de código de procedimientos para detectar y juzgar brujas. Todo lo despreciable sobre la caza de brujas que sabemos hoy en día proviene de este libro fatídico, en el que se afirma que la brujería es una epidemia de la época y que hay que librar una “guerra sucia” contra ella con métodos como la inversión de la carga de la prueba a cargo de la persona acusada, la validez de las confesiones bajo tortura y otras lindezas. La aplicación de las ideas de este libro fue muy fuerte en Alemania, país en el que se cometieron más asesinatos durante la caza de brujas (a diferencia de lo que Hollywood impone como verdad, muy pocas brujas fueron quemadas en España).
Los párrafos que compartimos se insertan en la discusión general sobre si los hechiceros cometen actos diabólicos por su propia voluntad, y en especial si están predeterminados por los astros. En ese contexto se hace mención a la doctrina religiosa de la época sobre los cometas (no la astronómica) que explica la transitoriedad de los cometas como creaciones especiales de los ángeles para ciertas circunstancias históricas. La conclusión de carácter “cientificista” de que ni los astros ni los cometas en particular determinan la conducta humana solo llegan a empeorar el tono de la obra: la brujería se debe a la maldad de las brujas en connivencia con los demonios. A decir verdad, esta obra de dos infames dominicos alemanes fue rebatida poco después por el tratado de Johann Wier “De praestigis daemonum”, en el que afirmaba que las acciones de las brujas no eran perniciosas sino más bien fruto de la enfermedad mental.
“Porque Tolomeo, en Almagesto, dice: "Un hombre sabio será dueño de los astros". Porque si bien, ya que Saturno tiene una influencia melancólica y mala, y Júpiter una muy buena, la conjunción de ambos puede disponer a los hombres a pendencias y discordias; pero por medio del libre albedrío, los hombres pueden resistir esa inclinación, y con suma facilidad, con la ayuda de la gracia de Dios. Y una vez más, no es una objeción válida citar a San Juan Damasceno, donde dice (Libro II, cap. vi) que los cometas son a menudo la señal de la muerte de los reyes. Pues se responderá que aunque sigamos la opinión de San Juan Damasceno, que, como resulta evidente en el libro a que se hace referencia, era contraria a la opinión del Camino Filosófico, ello no es prueba de la inevitabilidad de las acciones humanas. Porque San Juan considera que un cometa no es una creación natural, ni es uno de los astros ubicados en el firmamento, con lo cual su significación y su influencia no son naturales. Porque dice que los cometas no pertenecen a los astros creados desde el comienzo sino que se hacen para determinadas ocasiones, y luego se disuelven por mandato Divino. Esta, pues, es la opinión de San Juan Damasceno. Pero DIOS preanuncia con ese signo la, muerte de reyes, antes que de otros hombres, tanto porque el rey es una persona pública, como porque de ello puede surgir la confusión en un reino. Y los ángeles son más cuidadosos en su vigilancia sobre los reyes en bien de todos; y los reyes nacen y mueren bajo el ministerio de los ángeles. Y no existen dificultades en las opiniones de los Filósofos, quienes dicen que un cometa es un conglomerado caliente y seco, engendrado en la parte superior del espacio, cerca del fuego, y que un globo acumulado de ese vapor caliente y seco adopta la apariencia de un astro. Pero las partes no incorporadas de ese vapor se extienden en largas extremidades unidas a ese globo, y son una especie de adjunto de él. Y según esta concepción, no en si misma, sino por accidente, predice la muerte que proviene de las enfermedades calientes y secas. Y como en su mayor parte los ricos se alimentan de cosas de naturaleza caliente y seca, en esas ocasiones mueren muchos de ellos; entre los cuales, la muerte de los reyes y príncipes es la, más notable. Y esta opinión no está muy lejos de la de San Juan Damasceno, si se la considera con cuidado, salvo en lo que respecta al funcionamiento y cooperación de los ángeles, que ni siquiera los filósofos pueden pasar por alto. Pues en verdad, cuando los vapores, en su sequedad y calor, nada tienen que ver con la creación de un cometa, aun entonces, por razones ya expuestas, un cometa puede formarse por la acción de un ángel. De este modo, el astro que presagió la, muerte del sabio Santo Tomás no fue uno de los ubicados en el firmamento, sino que lo formó un ángel con algún material conveniente, y después de ejecutar su función volvió a disolverse. De esto vemos que, sea cual fuere la opinión que sigamos, los astros no tienen una influencia intrínseca sobre el libre albedrío, o, por consiguiente, sobre la malicia y carácter de los hombres. También es de señalar que los Astrónomos presagian a menudo la, verdad, y que en su mayor parte sus juicios son eficaces en una provincia o una nación. Y la razón es que toman sus juicios de los astros, que según la opinión más probable tienen una influencia mayor, aunque no inevitable, sobre las acciones del género humano en general, es decir, sobre una nación o provincia, que sobre un  individuo; y ello se debe a que la mayor parte de una nación obedece la disposición natural del cuerpo, más de cerca que un solo hombre”.

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