El cometa de 1577
fue uno de los más importantes en la historia de la astronomía (es un tema que
retomaremos pronto), sobre todo por la enorme cantidad de literatura científica
que generó. Pero para la gente en general los cometas no eran objetos astronómicos
sino portentos que casi siempre traían desgracias. Los mismos astrónomos no
eran ajenos a esta creencia, hasta bien entrado el siglo XVII incluían el
significado de los cometas junto con sus observaciones. La concepción dominante
acerca de la naturaleza de los cometas, que venía de Aristóteles y sostenía que
eran fenómenos atmosféricos, fundaba ese miedo, racional para la ciencia de la
época: si están tan cerca sus efectos se pueden sentir. Y no es de extrañar que
los sacerdotes los usaran como tema de sus sermones. No fue la excepción el
teólogo italiano Angelo Rocca, quién aprovechó el cometa de 1577 para publicar
un tratado que combinaba astronomía, astrología, teología y meteorología (“Discorso
filosofico et teológico intorno alle comete”). Lo interesante, y peculiar, es
que atribuye un lugar preciso al “nacimiento” de los cometas: solamente en el
norte y el sur de la bóveda celeste, y una época precisa: primavera y otoño, ya
que el calor y el frío disuelve las exhalaciones vaporosas de las que se forman
los cometas, mientras las temperaturas medias las favorecen, hasta que el calor
y el frío y los cometas terminan sus vidas como estrellas y fugaces y truenos
en días sin tormenta. A su vez, solamente en épocas de eclipse nacen los
cometas. Interesante saberlo, aunque seguramente no nos sirva de mucho.
sábado, 29 de junio de 2024
CUANDO NACEN LOS COMETAS
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