viernes, 6 de mayo de 2016

LA PRIMERA COMPUTADORA ARGENTINA CALCULÓ LA ÓRBITA DEL COMETA HALLEY


Clementina fue la primera computadora científica argentina. Una serie de datos históricos nos muestran la revolución paradigmática que se dio en vida de nuestros padres. Era una computador modelo Mercury de la compañía inglesa Ferranti que llegó a la Argentina en barco en diciembre de 1960 para la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires. Había sido comprada en 1958 y recién empezó a funcionar en 1961. Tenía un frente de 18 metros, hubo que hacer una sala especial para albergarla y tuvieron que venir expertos ingleses (todavía los estadounidenses estaban por detrás) encabezados por Cicely Popplewell, colaboradora de Alan Turing.
Clementina, así llamada porque “traía incorporada” la popular melodía “Oh my darling Clementine”, fue fundamental en los inicios de la computación argentina con la fundación del Instituto de Cálculo de la UBA, que funcionó como una incubadora de proyectos de cálculo científico: el censo de población de 1960, la frecuencia de los semáforos en la Avenida Santa Fe de Buenos Aires, la traducción automática del ruso (¿por qué el ruso?). Por supuesto, la interfaz eran cintas perforadas y la velocidad no era la de ahora sino la que permitían sus 5.000 válvulas de vidrio.
El proyecto que nos ocupa fue el cálculo de la órbita del cometa Halley. Hoy no necesitamos más que unos clicks en la web del Minor Planet Center para tener los datos orbitales de cualquier cometa, pero aún después del perihelio de 1910, se necesitaban dosis masivas de cálculo para poder determinar cuando retornaría el 1P en 1986. Las observaciones que se realizaron en 1910 desde el Observatorio de Córdoba, como parte de la campaña mundial de seguimiento, fueron de gran utilidad para predecir la vuelta del Halley. Había que tener en cuenta la acción gravitatoria de todos los planetas. La tarea hercúlea la realizó un humano, no una computadora, fue Jorge Bobone (del Observatorio de Córdoba). Fue un trabajo de años que se inició en 1942. Clementina lo realizó, trabajando 24 horas al día varios meses, en 1966. ¡Y prácticamente confirmó los cálculos de Bobone! Bobone había pasado de sus últimos diez años realizando los cálculos con una calculadora electromecánica de bolsillo.
Quien estuvo a cargo de volcar los cálculos de Bobone a Clementina fue el Ingeniero Pedro Elias Zadunaisky, un pionero a nivel mundial de la computación aplicada a la astronomía y en especial al cálculo de órbitas. Este ingeniero argentino estuvo a cargo del cálculo de la órbita del primer satélite norteamericano “Explorer I” a través de la creación de un programa específico.
La experiencia con el cálculo de las órbitas de satélites fue una experiencia valiosa, porque Zadunaisky aplicó al cálculo de la órbita del Halley los conocimientos obtenidos del análisis de la presión del viento solar sobre la superficie de plástico dorado del satélite Eco I, una gran esfera de 30 metros de diámetro.
Los cálculos de Clementina fueron pioneros y los más exactos hasta las astrometrías de las sondas soviéticas Vega I y II de la “Armada Halley”.
El destino de Clementina es común a la historia de la ciencia argentina: los recortes de presupuesto hicieron imposible encontrar repuestos y en 1970 dejó de funcionar.

Esta historia debemos agradecérsela a Juan Manuel Biagi, asiduo colaborador de nuestro blog.

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