martes, 21 de junio de 2016

¿POR QUÉ NO VEMOS COMETAS? LA CONTAMINACIÓN LUMÍNICA ES UN PROBLEMA DE TODOS



Hace pocos días se difundieron datos especialmente perturbadores respecto a la contaminación lumínica, cuando se dio a conocer un atlas elaborado por científicos de varios países y publicado en la revista “Science Advances”. El 83% de la población mundial vive bajo cielos con alta polución lumínica. En Europa y EEUU el porcentaje es del 99%. En la Argentina es del 57,7%. Un tercio de la humanidad jamás ha visto la Vía Láctea.
La experiencia de observar un cometa se ha vista proporcionalmente reducida al aumento de la polución lumínica, al punto de que hay generaciones que no han visto nunca un cometa en el cielo a ojo desnudo.
Por supuesto, no contemplar la mitad de nuestro mundo, no ver en el cielo más que nubes, el Sol y la Luna, es sumamente empobrecedor para la educación de una persona (y la imaginación es una parte central de la construcción de la inteligencia). Pero sería muy difícil que no nos gritaran en la cara nuestra insensibilidad por pensar en las estrellas “cuando sufren tantas personas”. De la misma manera que hay imbéciles que se ofenden cuando alguien cuida un animal “en vez de cuidar a un niño” (y entre los imbéciles incluyo al Papa), muchos pensaran que no ver las estrellas es un problema de poetas y astrónomos, pero que los astrónomos tienen al Telescopio Espacial Hubble.
La polución lumínica es un problema que afecta a los astrónomos y hace perder a todos la experiencia de conectarnos con el Cosmos. Pero además es un problema económico y de salud.
Económico, porque tener lámparas que emiten luz a 360 grados es claramente irracional si lo que queremos iluminar abarca 180 grados. Gastamos miles de millones de dólares en iluminar el cielo de manera inútil y perniciosa. Además, solucionar este problema es sumamente económico: basta con apantallar las luminarias (y hay otras muchas otras medidas sofisticadas) para ahorrarse muchos millones en energía, además de los beneficios ecológicos derivados (que también se relacionan con la flora y la fauna afectadas por el “día” artificial).
De salud, porque la luz nocturna produce alteraciones del sueño e insomnio, y todos sabemos las consecuencias de esos trastornos. Se nos recomienda que durmamos bien y a su vez multiplicamos las luces inútiles. Por no hablar de la investigada relación entre los focos de mercurio y la agresividad.  
Creo que los astrónomos deberíamos divulgar este problema, pero no centrándonos en nuestra pasión por los cielos, como se hace ahora, ya que este narcisismo nos aleja de la sociedad. Debemos centrarnos en los aspectos económicos y de salud.
¿Volveremos a ver los cometas? Basta con poner un sombrerito en las lámparas. ¿Podemos ser tan necios?
Un excelente resumen de este problema y de sus posibles soluciones aquí:

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