Hay una vieja tradición en el mundo del vino: los años en los que un
cometa se ve en los cielos durante la época en que crecen los viñedos (“las
cosechas del cometa”), se producen las cosechas más espectaculares. Los “vinos
del cometa” tienen fama legendaria. Seguramente esta creencia está asociada con
la creencia en que los cometas pasan muy cerca de la Tierra , como para que “sus
partículas” caigan sobre la superficie. Las partículas cometarias sí caen sobre
la Tierra pero
no hay una relación de causalidad comprobada con los vinos excepcionales que se
hacen con uvas crecidas bajo un cielo con cometas.
Al Gran Cometa de 1811, al que hace poco hicimos referencia por su
aparición en “Guerra y Paz” de Tolstoi, se lo cree responsable de una de las más
famosas cosechas cometarias y el vino blanco más caro del mundo es el Château d'Yquem 1811, por el que 200
años después de su cosecha, en 2011, se pagó U$S 123.000 por una botella. Por
supuesto, el vino fue probado antes y
fue calificado con una puntuación máxima en ese extraño mundo de los enólogos.
Ilustraciones como las que siguen son una muestra de que los “vinos del
cometa” (y alguna cerveza) siempre se han publicitado como los mejores:
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