Un equipo internacional liderado por investigadores
del Instituto de
Ciencias del Espacio, del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas (CSIC), y del Institut d'Estudis Espacials de Catalunya ha
descubierto por primera vez el fragmento de un cometa en el interior de un
meteorito. Este hallazgo demuestra que las condritas carbonáceas, que son un
tipo de meteoritos, contienen claves sobre la composición de objetos más
frágiles que se formaron en regiones distantes al Sol hace más de 4.560
millones de años. Los resultados del trabajo se publican en la revista Nature
Astronomy.
Sección de la condrita
carbonácea La Paz 02342 y ampliación del clasto cometario. / CSIC-Carnegie
Institution
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Tras un estudio de tres años de la condrita carbonácea
La Paz 02342, de la colección antártica de la NASA, los investigadores han
llegado a la conclusión de que el fragmento de cometa, de unas cien micras,
está compuesto por una mezcla inusual de materiales orgánicos, silicatos
amorfos y cristalinos, sulfatos de sodio, sulfuros y granos presolares, estos
últimos sintetizados en estrellas que enriquecieron los materiales primigenios
de nuestro Sistema Solar. Para su análisis se ha empleado, entre otros
instrumentos, un espectrómetro de masas de iones secundarios (nano-SIMS) del
Carnegie Institution of Washington (Estados Unidos) que permite el sondeo electrónico
a escala nanométrica de la muestra tanto a nivel isotópico como de análisis de
elementos.
“Este fragmento, denominado técnicamente xenolito,
posee unas características nada usuales que, según pensamos, se produjeron de
la incorporación de materiales primigenios embebidos en hielos”, señala el
investigador del CSIC Josep Maria Trigo, que trabaja en el Instituto de
Ciencias del Espacio y codirige el estudio. “Muchos objetos del Sistema Solar
poseen una composición muy diferente a la de los meteoritos a los que estamos
acostumbrados. Las condritas carbonáceas, como La Paz 02342, constituyen un
legado fósil de la creación de los planetesimales en su interior son capaces de
preservar muestras únicas de otros objetos mucho más ricos en materia orgánica
y volátiles, conocidos como cometas.”, explica Trigo.
Como apunta el investigador: “El asteroide progenitor
de esta condrita carbonácea sufrió alteración acuosa pero afortunadamente no
fue extensiva ni homogénea, lo que hizo que se preservasen las propiedades
únicas de este clasto cometario, entre ellas su riqueza en diminutos granos
minerales formados en estrellas del entorno en el que nació el Sol. Nuestro
estudio concluye que este diminuto fragmento incorporó no solo hielos sino
también materiales procedentes del medio interestelar, en donde sabemos que
también fue irradiado por rayos cósmicos de alta energía, proceso en el que se
crearon diminutos vidrios conocidos como GEMS (Glass with Embedded
Metal and Sulfides, por sus siglas en inglés)”.
Los meteoritos más primitivos
Las condritas carbonáceas proceden de cuerpos
transicionales, a caballo entre los asteroides y los cometas, que dado su
tamaño, inferior a un centenar de kilómetros, nunca se fundieron ni sufrieron
internamente diferenciación química como los planetas. Por eso, los materiales
que forman estos objetos suelen ser frágiles y no suelen sobrevivir los
tránsitos de decenas de millones de años que los transportan desde sus cuerpos
progenitores hasta la órbita terrestre y, si lo hacen, se fragmentan y
volatilizan en su entrada a la atmósfera a velocidades hipersónicas.
Precisamente por ello, materiales ultracarbonáceos como el descubierto son
“extremadamente raros” y solo se han podido identificar en contadas ocasiones,
en forma de micrometeoritos.
La búsqueda de materiales primigenios entre los
meteoritos más primitivos puede realizarse en el Instituto de Ciencias del
Espacio dado que es el único centro español repositorio internacional de
meteoritos antárticos. Las muestras estudiadas por el equipo científico del
CSIC proceden del Johnson Space Center de la NASA. De ese modo los
investigadores tienen acceso a ejemplares únicos, pudiendo seleccionar aquellos
que no han sufrido metamorfismo térmico ni alteración acuosa extrema.
Este descubrimiento se enmarca en el proyecto del Plan
Nacional de Astronomía y Astrofísica (AYA-2015-67175-P) para el estudio de
materiales primitivos preservados en meteoritos. En él también han participado
Carles E. Moyano y Safoura Tanbakouei, del Instituto de Ciencias del Espacio
(CSIC), así como Larry Nittler, de la Carnegie Institution of Washington, junto
con otros investigadores norteamericanos.
Fuente:
Consejo Superior de Investigaciones Científicas de
España:
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