La
ESA podrá ser más chica que la NASA o ROSCOSMOS, pero no hay quien la venza en
cuanto a misiones cometarias: Giotto reveló como era, a grandes rasgos un
cometa, Rosetta reveló con detalle como era un cometa. Pero todas las sondas
que han estudiado los cometas han visitado cometas de período corto, aquellos cuyas
órbitas no se extienden más allá del cinturón de Kuipert y por lo tanto son los
que más a menudo tienen su perihelio. Lo que los hace también los cometas mas “viejos
y desgastados”, porque se exponen más a la radiación solar. Los cometas de período
largo, provenientes de la Nube de Oort, son los más espectaculares para
observar, porque han tenido pocos pasos por el perihelio, debido a su órbita de
miles de años, lo que hace que tengan mucho polvo y volátiles que eyectar al
acercarse al Sol. Sería un gran logro científico observar con una sonda uno de
ellos, pero ¿cómo hacer para planificar el encuentro de la sonda con un cometa
del que casi no conocemos la órbita y que el próximo paso será dentro de miles
de años? Tampoco podemos tener una sonda lista para cuando se descubra un
cometa de periodo largo, o interestelar como el Borisov. A la Agencia Espacial
Europea se le ocurrió una idea genial: lanzar a un punto de Lagrange una sonda
que se mantendrán a la espera del próximo cometa de período largo o
interestelar durante tres años y se activará cuando sea necesaria para
interceptarlo, desplegando dos sondas más. La misión se llama, precisamente,
Comet Interceptor. No una sonda, sino tres, para lograr una visión de conjunto “3-D”.
El lanzamiento sería en 2028. Para que dimensionemos la genialidad de la idea,
pensemos que de haber sido lanzada la flotilla de los “Comet Interceptor” a
tiempo, se podría haber estudia al gran enigma astronómico de nuestro tiempo: “‘Oumuamua”
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