La
lluvia de meteoros de las Perseidas, cuyo máximo es la noche del 11 a 12 de
agosto, conocidas como “las lágrimas de San Lorenzo”, es en realidad la Tierra
pasando por el torrente de partículas cometarias dejadas por el 109P Swift-Tuttle
en sus excursiones por el interior del sistema solar, la última de las cuales
fue en 1992. Su máximo es de 60 meteoros por hora aproximadamente. Pero, a no
entusiasmarse, se necesita un cielo oscuro y sin Luna para ver tantas… y sobre
todo, vivir en el hemisferio norte. Nosotros vemos muy pocas, ya que la
constelación en la que se encuentra el radiante (Perseo, obviamente) está muy
cerca del horizonte y por lo tanto se ven muchísimas menos, no solamente las
que están debajo del horizonte sino también que por debajo de los 20 grados de
altura la contaminación atmosférica dificulta mucha la observación.
La
espectacular imagen que vemos se publicó en el último número del Journal of the
Association of Lunar and Planetary Observers y es una composición de imágenes
tomadas en una sola noche por Heather Wendelboe
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