Muchos
cometas han desaparecido, se han desintegrado, pero la desaparición más costosa
de la historia fue, sin dudas, la del cometa Boethin. Este cometa fue
descubierto por un sacerdote en 1975 desde Filipinas. No hubo muchas
observaciones, pero fueron suficientes para determinar una órbita de 11 años. No
fue un cometa muy brillante, con estimas de magnitud entre 11 y 12. En 1986
tampoco fue muy brillante, salvo una observación de magnitud 6 realizada desde
Australia, una sola. La aparición de 1997 sería pésima, ya que el cometa estaría
mal situada en el plano de la órbita, con lo que su observación desde la Tierra
sería imposible. Pero la aparición de 2008 sería excelente, supuestamente. Por
eso, la NASA anunció que aprobaba una propuesta de la Universidad de Maryland
para mandar la sonda Deep Impact, tras su encuentro con el cometa Tempel en
2005, a este cometa. Por ende, se utilizó muchísimo tiempo de telescopio con
los instrumentos más grandes de nuestro planeta para recuperar lo antes posible
al cometa, para determinar más precisamente su órbita. Pero, pasó el tiempo… y
nada. Nunca fue observado. Finalmente, la NASA decidió enviar la Deep Impact al
cometa Hartley en 2010 (y fue una estupenda misión). Una demora de dos años y
mucho dinero perdido por el cometa desaparecido. No se sabe la causa de la desintegración,
que pudo ser interna, ya que no aparentemente no se debió a la cercanía de
ningún planeta. Tampoco se sabe cuando se desintegró, pudo haber sido en 1986,
cuando ese solitario observador australiano lo observó más brillante, lo que
indicaría un estallido, precursor de la desintegración. Es probable que cuando
se eligió al Boethin para la extensión de la misión Deep Impact el cometa se
había desintegrado casi 20 años atrás.
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