John Martin fue un
pintor inglés de extendida fama a mediados del siglo XIX. Sus pinturas expresaban uno de los grandes temas del
romanticismo: la pequeñez del hombre ante la sublime magnificencia de la
naturaleza. Cuando no había cine catástrofe, sus pinturas permitían soñar con desoladoras
destrucciones. En su trilogía sobre el diluvio, la primera pintura data de 1840.
La inminencia de la catástrofe impresiona. En un promontorio, Matusalén enseña a
Noé las señales proféticas del diluvio: en el cielo están juntos Sol, Luna y un
cometa, mientras los cuervos marcan su presencia ominosa.
Para la ciencia del siglo XIX los cometas estaban relacionados
con la humedad (lo que a la ciencia actual no le es tan extraño) y había cierto
consenso en la posibilidad de que desencadenaran un final acuático para nuestro
planeta.
Los comentaristas han relacionado esta imagen cometaria con
el paso del cometa Halley en 1835, que tanta desgracia parece haber llevado a los
mexicanos, como vimos en una entrada anterior.
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