lunes, 21 de diciembre de 2015

UNA OBSERVACIÓN DEL SIGLO XVIII. “TRATADO DEL COMETA QUE APARECIÓ EN DICIEMBRE DE 1744” POR JEAN PHILIPPE LOYS DE CHESEAUX

En Google Books, un arcón de tesoros para los que amamos los libros antiguos pero no podemos comprarlos, se puede encontrar el tratado de Jean Philippe Loys de Cheseaux sobre el cometa de 1744, que el lector recordará como el cometa con muchas colas y una extraña melodía:
El libro se llama “Traité de la comete qui a parut en decembre 1743” y el título sigue ocupando toda la primera hora, como era de estilo en 1744.
El libro tiene una parte teórica que he disfrutado mucho y que pronto compartiré, pero ahora les dejo la descripción de la primera observación de Jean Philippe Loys del Gran Cometa de 1744 (en mi traducción):

“Este cometa fue visto por primera vez en Harlem el 10 de diciembre de 1743 por Mr. D…, quien fue, según creo, el descubridor. Nosotros no lo observamos hasta tres días después, de la siguiente manera.
El 13 del mismo mes, después de varios días de cielo nublado, deseoso de ver si había algo nuevo en el cielo, distinguí entre las constelaciones del Triángulo y Piscis una estrella que me pareció extraordinaria, era más grande que las estrellas fijas de cuarta magnitud y más pequeña que las de tercera magnitud. Cuando se la observaba atentamente, su diámetro parecía más grande que el de cualquier estrella, pero su luz más débil las asemejaba a las fijas, a simple vista no presentaba ni cola ni cabellera, pero con una lente de 3 pies se veía una pequeña cola y con una de 14 se veía más ostensiblemente, aunque igualmente corta. Esta estrella, que debía ser un cometa, se parecía bastante a la Nebulosa de Andrómeda, aunque más luminosa. En su centro no se distinguía un punto brillante como una estrella sino solamente un resplandor de luz más brillante que en los bordes”.
Cualquiera que haya observado un cometa de magnitud 3.5 como el Gran Cometa de 1744 cuando lo observó nuestro autor, 3 días después de descubierto, podrá reconocer la apariencia de lo que habrá visto, incluso podríamos fijar la densidad de la coma por las indicaciones (centro difuso en vez de puntual).

Por último, un poco de envidia por los astrónomos de los siglos en los que no había luz eléctrica, que podía simplemente salir a “ver si había algo nuevo en el cielo”.

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