lunes, 27 de octubre de 2025

¿Deberíamos ser más felices si 3I/ATLAS es un cometa? Por Avi Loeb

 


La trayectoria aparente de 3I/ATLAS en el cielo terrestre. (Crédito: Wikimedia)

Esta mañana, el periódico londinense THE TIMES publicó un excelente artículo sobre mi perspectiva abierta sobre la naturaleza del nuevo objeto interestelar 3I/ATLAS, así como una entrevista en video.  El periodista me escribió que había pasado media hora contándoles la historia a sus hijos. "Quedaron fascinados", escribió.

En una entrevista de radio posterior, me pregunté: "¿Seré más feliz si los datos futuros sobre 3I/ATLAS en los próximos meses muestran que es un cometa natural en lugar de una nave espacial?". Mi respuesta fue: "Sí, me aliviaría saber que es una roca helada, porque en ese caso, la humanidad no correría ningún riesgo". Pero en otra sesión de preguntas y respuestas por Zoom con más de cien personas de alto poder adquisitivo, me preguntaron por qué deberían invertir en mi investigación. Expliqué que un encuentro con tecnología extraterrestre podría traer grandes beneficios financieros si accedemos a tecnologías futuras que nos llevará mucho tiempo desarrollar por nuestra cuenta. Además, tal descubrimiento podría inspirarnos a alcanzar el espacio interestelar, mucho más allá de nuestros planes actuales de viaje a la Luna y Marte. Finalmente, establecer un sistema de alerta de monitores e interceptores alrededor del Sol protegería a la Tierra de una amenaza global por tecnología extraterrestre y nos informaría sobre qué más nos espera más allá de nuestro horizonte actual.

En una grabación de podcast posterior, aclaré que no soy ingenuo y, por lo tanto, comprendo que nuestros sistemas financieros o políticos solo responderán seriamente a una amenaza potencial de este tipo después de nuestro primer encuentro con tecnología extraterrestre. Para estar al tanto de dicho encuentro, debemos estudiar cada una de las docenas de objetos interestelares que descubrirá el nuevo Observatorio Rubin de la NSF-DOE en la próxima década utilizando los mejores telescopios a nuestra disposición. El descubrimiento de un artefacto extraterrestre redefiniría nuestras prioridades para explorar el espacio más allá de la Tierra en lugar de centrarnos únicamente en los conflictos terrestres. La humanidad necesita desesperadamente una llamada de atención. Con esa perspectiva en mente, ¿sería mejor que 3I/ATLAS fuera una nave espacial?

La complacencia con las ideas tradicionales es enemiga de la curiosidad científica. La mayor amenaza para la astroarqueología —una nueva frontera de investigación en la búsqueda de artefactos interestelares— es la insistencia en que todos los objetos interestelares son rocas. Si los arqueólogos estuvieran convencidos de que excavar profundamente solo descubriría rocas, nunca habrían invertido tiempo ni recursos en la búsqueda de artefactos. La segunda mayor amenaza para el descubrimiento podría ser que los artefactos son demasiado escasos en el espacio interestelar como para que podamos encontrarlos. La única manera de determinar su rareza es buscándolos. Su escasez fuera de la Tierra podría compensarse con su misión de visitar las regiones habitables alrededor de estrellas como el Sol. Nuestra búsqueda podría ser mucho más eficiente si desplegáramos grandes telescopios con un volumen de estudio superior al del Observatorio Rubin. Siempre debemos tener presente la posibilidad de un Caballo de Troya que, desde fuera, parece una roca, pero que alberga tecnologías sofisticadas en su interior. La forma de desentrañar su naturaleza sería detectar el calor o las señales artificiales emitidas por su motor o detectar maniobras inusuales.

Dado que en los últimos siglos nunca se ha documentado el riesgo de tecnologías extraterrestres, cabe preguntarse si podemos asumir que el riesgo debe ser bajo anualmente. Este argumento pierde validez si una visita es provocada por nuestros últimos avances tecnológicos que atraen la atención extraterrestre.

La falta de curiosidad por los objetos interestelares mantendría nuestra ignorancia sobre la frecuencia de los sobrevuelos tecnológicos, de la misma manera que las vacas que pastan desconocen los satélites de comunicaciones que sobrevuelan sus cabezas. Una actitud indiferente cumple la función de anteojeras que restringen la visión periférica de los caballos, impidiéndoles percibir eventos fuera de los límites del camino que se supone que deben seguir. Las anteojeras mantienen a los caballos tranquilos y concentrados, pero también ignorantes de su entorno más amplio.

En los últimos días, recibí muchos mensajes que sugerían que la consideración de 3I/ATLAS como una posible tecnología extraterrestre inspira al público. Se supone que la ciencia atrae al público porque se financia con impuestos. Sin embargo, cuando el debate sobre 3I/ATLAS se volvió viral, varios de mis colegas optaron por echar un jarro de agua fría al interés público, argumentando, basándose en datos muy preliminares, que 3I/ATLAS debe ser un cometa. Lo cierto es que la ciencia es un trabajo en progreso, donde se deben considerar múltiples interpretaciones para motivar la recopilación de datos. Insistir en que 3I/ATLAS debe ser un cometa es imprudente porque no presenta cola cometaria y su trayectoria está ajustada para alinearse con el plano orbital de los planetas alrededor del Sol. Hasta ahora, el resplandor de la luz delante del 3I/ATLAS puede mantenerse durante seis meses mediante la ablación de una capa de polvo de un milímetro de espesor en la superficie de un objeto de 20 kilómetros.

La semana pasada, contraté a cuatro nuevos investigadores postdoctorales, todos entusiasmados por unirse al Proyecto Galileo en la búsqueda de artefactos extraterrestres cerca de la Tierra. La única manera de animar a los científicos noveles a innovar es permitiéndoles explorar ideas fuera de lo común. Los grandes descubrimientos son, por definición, inesperados.

Dados los datos más recientes sobre el 3I/ATLAS, lo clasifico hasta el momento como un 4 en la Escala de Loeb de amenazas tecnológicas interestelares, que oscila entre 0 y 10. Tener un 40 % de probabilidad de accidente al cruzar la calle es un argumento a favor de mantener la vista atenta y vigilar la aproximación de un coche.

Por supuesto, el 3I/ATLAS podría ser un cometa inusualmente grande en una trayectoria inusual. Pero dada la escasez de grandes cometas interestelares, vale la pena recopilar la mayor cantidad de datos posible sobre ellos a medida que se acercan al Sol. Nuestras naves espaciales tardarían miles de millones de años en llegar a las estrellas de origen de los objetos interestelares. Su llegada nos ahorra la necesidad de realizar este largo viaje.

La astroarqueología no considera que todos los objetos interestelares cercanos a la Tierra sean de origen extraterrestre, pero sí exige que evaluemos cada objeto interestelar cercano a la Tierra para determinar su potencial origen. La ciencia nos ofrece la mejor manera de satisfacer nuestra curiosidad mediante la recopilación de datos. La investigación abierta sobre un tema que atrae al público es la mejor manera de que los científicos sigan siendo relevantes para la sociedad.


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