Una estupenda noticia, una misión a un cometa totalmente inesperada. Todo
se debe al genio de un científico, Geraint Jones, quién ha estudiado desde hace
20 años los cruces que se han dado por casualidad entre naves espaciales y
colas de cometas, descubrió 6 eventos en el pasado y por primera vez pudo
predecir uno de esos encuentros, lo que permitió a la ESA modificar la misión Solar
Orbiter para obtener datos muy valiosos sobre el cometa en fragmentación C/2019
Y4 ATLAS.
Este es el anuncio de la Agencia Espacial Europea:
Solar Orbiter atravesará las colas del cometa ATLAS
En los
próximos días, Solar Orbiter atravesará las colas del cometa ATLAS. Aunque aún
no era el momento de que el satélite de la ESA tomara datos científicos, los
expertos de la misión se han encargado de garantizar que los cuatro
instrumentos más relevantes estén encendidos durante este encuentro único.
Solar
Orbiter fue lanzado el
10 de febrero de 2020. Desde entonces, y a excepción de una breve desconexión debido
a la pandemia, sus científicos e ingenieros han llevado a cabo una serie de
pruebas y rutinas de configuración dentro de la fase de puesta en servicio.
La fecha de
finalización de esta fase estaba prevista para el 15 de junio, de modo que
la nave estuviera totalmente funcional para su segundo pase junto al Sol, o
perihelio, a mediados de junio. No obstante, al descubrirse la posibilidad de
este encuentro con el cometa se han acelerado los acontecimientos.
Es muy poco
común que una misión espacial cruce por casualidad la cola de un cometa, algo
que según los científicos solo ha sucedido seis veces antes con misiones no
diseñadas específicamente para ello. Todos estos encuentros se han detectado en
los datos de las naves una vez transcurrido el evento. Así, el próximo cruce de
Solar Orbiter es el primero que se predice con antelación.
Debemos este
descubrimiento a Geraint Jones, del Mullard Space Science Laboratory del
University College London (Reino Unido), que lleva 20 años investigando
este tipo de encuentros. Detectó el primer cruce fortuito en 2000, mientras
investigaba una extraña perturbación en los datos registrados por el satélite
de estudio del Sol Ulysses de la ESA/NASA en 1996. Dicho estudio reveló que la
nave había atravesado la cola del cometa Hyakutake, conocido como el Gran Cometa de 1996. Poco
después del anuncio, Ulysses cruzó la cola de otro cometa y,
después, de un tercero en
2007.
A principios
de este mes, tras percatarse de que Solar Orbiter iba a pasar a
44 millones de kilómetros del cometa C/2019 Y4 (ATLAS) en cuestión de
semanas, Geraint avisó de inmediato al equipo de la ESA.
Ciencia
extra
Solar
Orbiter está equipado con un conjunto de diez instrumentos de detección local y
remota para investigar el Sol y el flujo de partículas cargadas que libera al
espacio: el viento solar. Por suerte, los cuatro instrumentos de detección
local también resultan perfectos para detectar las colas del cometa, puesto que
miden las condiciones alrededor de la nave y, así, podrían devolver datos sobre
los granos de polvo y las partículas cargadas eléctricamente que este emite.
Dichas emisiones crean las dos colas del cometa: la cola de polvo que queda
tras él en su órbita y la cola de iones que apunta en dirección contraria al
Sol.
Solar
Orbiter cruzará la cola de iones del cometa ATLAS entre el 31 de mayo y el
1 de junio, y la cola de polvo el 6 de junio. Si la cola de iones
fuera lo bastante densa, el magnetómetro (MAG) de Solar Orbiter podría detectar
la variación del campo magnético interplanetario debido a la interacción con
iones de la cola del cometa, mientras que el Analizador de Viento Solar (SWA)
podría capturar directamente algunas de las partículas de la cola.
Cuando Solar
Orbiter atraviese la cola de polvo, dependiendo de su densidad (algo
extremadamente difícil de predecir), es posible que uno o más minúsculos granos
de polvo golpeen la nave a velocidades de decenas de kilómetros por segundo.
Aunque la nave no correrá ningún peligro importante por ello, los granos se
vaporizarán por el impacto, formando pequeñas nubes de gas o plasma cargado
eléctricamente que podría detectar el instrumento Ondas de Radio y Plasma
(RPW).
“Un
encuentro inesperado como este supone una serie de oportunidades y desafíos
únicos para la misión, ¡pero eso es bueno! Forma parte de la aventura de la
ciencia”, admite Günther Hasinger, director de Ciencia de la ESA.
Uno de esos
desafíos fue que no parecía que los instrumentos fueran a estar listos a tiempo
debido a la fase de puesta en servicio. Ahora, gracias al esfuerzo realizado
por el personal del instrumento y el equipo de operaciones de la misión de la
ESA, los cuatro instrumentos de detección local estarán conectados y
recopilando datos, aunque en ciertos momentos deberán volver a activarse en
modo de puesta en servicio para garantizar que se cumpla la fecha límite del
15 de junio.
“Teniendo en
cuenta estas limitaciones, estamos listos para aquello que el cometa ATLAS
tenga que decirnos”, apunta Daniel Müller, científico de proyecto de la ESA
para Solar Orbiter.
Esperar lo
inesperado
Otro reto
tiene que ver con el comportamiento del cometa. ATLAS fue descubierto el
28 de diciembre de 2019. Durante los siguientes meses, brilló tanto que
los astrónomos se preguntaban si podría apreciarse a simple vista en
mayo.
Por
desgracia, a principios de abril el cometa se fragmentó.
En consecuencia, su brilló cayó significativamente y arrebató a los
observadores nocturnos la posibilidad de verlo. Una nueva fragmentación a
mediados de mayo redujo aún más el tamaño del cometa, por lo que las
posibilidades de detección por parte de Solar Orbiter son menores.
Aunque no
hay tantas posibilidades de detectarlo, de acuerdo con Geraint sigue mereciendo
la pena el esfuerzo.
“Con cada
encuentro con un cometa aprendemos más sobre estos enigmáticos objetos. Si
Solar Orbiter detecta la presencia del cometa ATLAS, podremos saber más sobre
cómo los cometas interactúan con el viento solar y comprobar, por ejemplo, si
nuestras expectativas sobre el comportamiento de la cola de polvo coinciden con
nuestros modelos —explica—. Todas las misiones que se encuentran con cometas
aportan piezas para componer el rompecabezas”.
Geraint es
el investigador principal de la futura misión Comet Interceptor de
la ESA, compuesta por tres naves y cuyo lanzamiento está previsto para 2028.
Sobrevolará de muy cerca un cometa hasta ahora desconocido, que se elegirá
entre los cometas descubiertos cerca del momento del lanzamiento o incluso
después.
Rayando el
Sol
En estos
momentos, Solar Orbiter está circundando nuestra
estrella progenitora entre las órbitas de Venus y Mercurio, por
lo que su primer perihelio tendrá lugar el 15 de junio, a unos
77 millones de kilómetros del Sol. En los próximos años se acercará mucho
más, desde el interior de la órbita de Mercurio, a unos 42 millones de
kilómetros de la superficie solar. Entretanto, el cometa ATLAS ya está
acercándose a su propio perihelio, que se espera para el 31 de mayo, a
unos 37 millones de kilómetros del Sol.
“Ese cruce
con la cola también resulta emocionante, ya que por primera vez se producirá
muy cerca del Sol, con el núcleo del cometa dentro de la órbita de Mercurio”,
señala Yannis Zouganelis, científico asociado de la ESA para Solar
Orbiter.
Comprender
el entorno de polvo en la región más interior del Sistema Solar es uno de los
objetivos científicos de Solar Orbiter.
“Los cometas
cercanos al Sol, como ATLAS, son fuentes de polvo en la heliosfera interior,
por lo que su estudio no solo nos ayudará a entender el cometa, sino también el
entorno polvoriento de nuestra estrella”, añade Yannis.
Observar un
objeto helado en lugar del abrasador Sol es una forma emocionante, además de
inesperada, de empezar la misión científica de Solar Orbiter, pero la ciencia
es así.
“Los
descubrimientos científicos se basan en la buena planificación, pero también en
el azar. En tres meses desde su lanzamiento, el equipo de Solar Orbiter ya ha
demostrado que está preparado para ambos”, apunta Daniel.
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