Una
historia fascinante es la del Príncipe don Carlos, hijo de Felipe II de España,
quien estaba destinado a ser el futuro Rey Carlos II. El destino, o su padre,
no lo quiso así. Había sido siempre un príncipe rebelde, pero los desacuerdos
con su padre fueron escalando hasta que éste receló la traición de su hijo y
una noche de 1568 ordenó que las puertas y ventanas de su habitación fueron
clavadas y esa fue la prisión de su hijo por seis meses, hasta su muerte,
sospechada de envenenamiento.
Este
infausto suceso originó un epitafio de Lope de Vega, un verdadero genio
prolífico. La imagen del cometa, lejos del lugar común, no es una imagen negativa
sino una alegoría de la brevedad:
“Aquí
dio fin un cometa//que del mismo sol nació//con resplandor que mostró//ser hijo
de tal planeta.//Término breve y sucinto//quiso el cielo que viviese,//porque
otro Carlos no hubiese//que igualase a Carlos Quinto”
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