Los
amantes de la astronomía, y más de los cometas, nos solemos quejar mucho de la
contaminación lumínica y ambiental que empobrece el espectáculo de los cielos.
Pero aun cuando huyamos hacia el más oscuro de los desiertos nos podemos
encontrar con una claridad difusa del fondo del cielo
que no se debe a la contaminación: el “airglow” o “luminiscencia del cielo
nocturno” (aunque el término inglés es el que se usa en castellano usualmente). Este fenómeno poco conocido fuera de los
expertos en meteorología, consiste en la emisión de luz por átomo y moléculas
excitados por procesos químicos en las capas superiores de la atmósfera, lo que
se conoce como “quimioluminiscencia” (conversión química de energía en luz). La
energía que se convierte en el “airglow” es la luz ultravioleta del sol, que
fotodisocia una molécula de oxígeno en dos átomos separados de oxígeno durante
el día. Como los átomos de oxígeno no se combinan eficientemente permanecen
mucho tiempo en la atmósfera superior. De día no vemos ese resplandor difuso
pero si podemos observarlo de noche, y desde el espacio ¡en colores!
Así lo observó el astronauta Dan Burbank
el 22 de diciembre de 2011 desde la Estación Espacial Internacional y obtuvo la
fotografía que vemos.
Quien quiera ver cómo observamos
nosotros al mismo cometa, puede recordar la siguiente entrada:
Fuente: http://spaceflight.nasa.gov/gallery/images/station/crew-30/html/iss030e015472.html
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