martes, 5 de mayo de 2015

ORIGEN COMETARIO DE LAS EPIDEMIAS


Fred Hoyle fue un astrónomo incómodo que nunca escapó a las controversias. Merece un sitial de honor por haber descubierto el funcionamiento de la nucleosíntesis estelar, es decir, la manera en que los elementos pesados se generan en una estrella a partir del hidrógeno y el helio primordiales. Pero su espíritu de contradicción (imprescindible para la ciencia) lo llevó a desafiar los paradigmas dominantes en cosmología y astronomía. Fue el gran propulsor del “modelo estacionario” como teoría alterna a la de un universo originado en un “big bang” (expresión que es suya y tenía algo de peyorativo por considerar dicha teoría como “creacionista”). Ambos modelos se basaban en el descubrimiento de Hubble de que el universo se expandía, pero el “modelo estacionario” sostenía que no había tenido principio ni tendría fin, era constante y eterno, a medida que las galaxias se expandían se creaba nueva materia en el espacio que dejaban libre. Esta creación constante, sostenía, es tan irracional como el inicio del universo en un momento determinado desde la nada. Hoy el “modelo estacionario” parece ridículo a la distancia, pero no olvidemos que Hoyle fue director del Instituto de Astronomía de Cambridge, uno de los astrónomos más prestigiosos y que su precursor fue nada menos que Albert Einstein. Solamente con el descubrimiento de la radiación cósmica de fondo se pudo zanjar la discusión a favor del “big bang”.
Hoyle, dijimos, amaba ser controversial: decía que era “estúpido” pensar que el petróleo provenía de “animales aplastados” y en sus últimos años pateó el tablero sosteniendo que era imposible que la vida hubiera surgido por azar (era tan difícil como que un tornado pasara por un depósito de chatarra y armara un Boeing 747), defendiendo la existencia de un “diseño inteligente”.
Una de sus controversias más fecundas fue la “teoría de la panespermia”, de la que fue acérrimo defensor al sostener que la vida llegó a la Tierra en cometas y meteoritos. La panespermia ha comenzado a tomar un papel dominante en la ciencia contemporánea pero fue ridiculizada hasta hace menos de 20 años. Hoyle sostuvo que los cometas tenía un porcentaje significativo de moléculas orgánicas en los años `70, mientras todos los demás pensaban que era imposible. Una curiosa derivación fue la del origen cometario de las enfermedades.
En 1981 publicó junto  Chandra Wickramasinghe el libro “Diseases from Space” en el que sostenía que en el medio interestelar podía haber bacterias disecadas, a partir del descubrimiento de sustancias orgánicas en  las nubes de polvo interestelar. Las enfermedades infecciosas en la Tierra se deberían a virus y bacterias que arriban desde el espacio en el interior de los cometas, como habría arribado la vida hace miles de millones de años. Los microbios existentes en los cometas llegan a nuestro planeta como meteoros, los restos de su paso por las cercanías del Sol, y causan las enfermedades infecciosas que conocemos.
El libro es un estudio detallado de la historia de las epidemias y tiene argumentos convincentes, agrupados alrededor de la rapidez con la que se propagaban las epidemias en épocas anteriores a los medios de transporte modernos. Esa velocidad haría imposible la transmisión de las epidemias de persona a persona y justificaría la convicción de que los microbios caen desde el cielo sobre distintas zonas al mismo tiempo. Su estudio de la “gripe española” de 1918-19 es muy interesante, ya que los focos de infección comenzaron con pocos días de diferencia en  distintas partes del mundo (en Chicago y Bombay incluso en el mismo día). La difusión de la “gripe española” antes del transporte aéreo es un verdadero enigma. Los autores sostienen que vino del cielo, del polvo cometario. Según ellos el contagio “persona a persona” se da con posterioridad y cuando la enfermedad comienza a perder la virulencia de la cepa cometaria. Parece altamente improbable, pero los autores han compilado científicamente montañas de datos, como la comprobación de que en las epidemias de gripe posteriores a 1986 las personas con más de 75 años estaban inmunizadas (por haber sufrido el anterior paso del Halley) o los estudios sobre la propagación de las enfermedades en los internados británicos, famosos por su aislamiento. Ambos autores siguieron sosteniendo que el origen de las modernas epidemias (SARS, incluso el HIV) es de origen cometario.
Se trata de una hipótesis antigua, como recordará el lector del blog (http://cometasentrerios.blogspot.com.ar/2014/10/por-que-se-pensaba-que-los-cometas.html
Parece bastante improbable la hipótesis del origen cometario de las enfermedades, aunque potenció los estudios sobre la propagación por el viento de los microbios. Pero no olvidemos que en 2011 el incansable Chandra Wickramasinghe, al mando de un equipo de la Universidad de Sheffield, envió un globo a 27 kilómetros de la estratosfera para recoger muestras durante la lluvia anual de meteoros de las Perseidas y, según se anunció, habría recogido microorganismos “extraterrestres”.
Esperemos que el debate en contra de las ideas de Hoyle se haya saldado, porque son bastante aterradoras.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario