Hulbert
Harrington Warner fue un vendedor que hizo fortuna vendiendo cajas fuertes a
prueba de ladrones e incendios. Cuando enfermó de una extraña enfermedad renal,
una medicina preparada por un médico de su ciudad, Rochester (en el Estado de
Nueva York) salvó su vida. Entonces decidió comprar la patente y empezó a
fabricar y vender distintos medicamentos con el nombre de “Safe Cure” (“safe”
es caja fuerte y también “seguro”).
Su fortuna se
multiplicó. Decidido a ayudar a su
comunidad, conoció un astrónomo local que había ganado una medalla de oro de la
Academia de Ciencias de Viena por sus descubrimientos de cometas, Lewis Swift
(cuyo nombre el aficionado cometario unirá al de tantos cometas).
La historia de Swift
era, como la de Warner, la del esfuerzo permanente recompensado. Un accidente a
los 13 años lo había dejado cojo e impedido de realizar los trabajos agrícolas
para los que parecía destinado. Se dedicó a la venta de herramientas pero nunca
abandonó los estudios de astronomía que había iniciado de joven. Fascinado con
Swift, Warner decidió financiar la construcción de un observatorio en Rochester
a condición de que la ciudad proveyera un telescopio refractor de 16 pulgadas . El
observatorio incluía biblioteca, espacio para otros instrumentos astronómicos y
la casa de Swift y su familia. La construcción duró 9 años y le costó a Warner
100.000 dólares de 1882.
Cuando se
inauguró en dicho año era el cuarto observatorio más grande de Estados Unidos.
Desde allí Swift pudo dedicarse a la observación de cometas y nebulosas.
Warner relacionó
astronomía con sus negocios (y quién pudo culparlo con lo que había gastado) y
la silueta del Observatorio se convirtió en un ícono de sus marcas comerciales.
Además, en la sede central de sus farmacias la gente podía adquirir a 25
centavos una entrada para visitarlo, con lo que fue el primer observatorio
abierto al público.
Pero en el siglo
XIX en Estados Unidos las fortunas desaparecían tan rápido como empezaban. En
una gran crisis en 1893, Warner fue a la bancarrota. Se mudó a Nueva York y
luego a otras ciudades, tratando de recuperar su fortuna perdida. Sin el dinero
de Warner, Swift se llevó el telescopio en 1894 a California, en donde
lo esperaba otro mecenas, Thaddeus S. C. Lowe, en las montañas Echo. Fue
director por siete años del Observatorio de Mount Lowe. El motivo que adujo fue
que las condiciones para la observación en Rochester, lluviosa y con sus cielos
contaminados por la vecina Nueva York, no eran las mejores.
El Observatorio
quedó abandonado desde 1894 hasta 1901, cuando una clinica de salud mental se
instaló hasta 1909. Desde entonces se fue deteriorando en 1939 fue demolido.
Una historia
hermosa con un final triste.