El
paso del cometa Halley por las cercanías de nuestro planeta en 1985/1986 fue la
oportunidad para estudiar por primera vez un cometa desde cerca. Fue además un
hito de la colaboración espacial internacional, el más importante hasta la
Estación Espacial Internacional (y mucho más útil, a mi entender). Europa,
Japón y la Unión Soviética planificaron sus misiones de manera complementaria y
con el propósito de compartir los resultados.
La
Armada Halley se inició el 15 de diciembre de 1984 con el lanzamiento de la
sonda soviética Vega 1 desde el Cosmódromo de Baikonour con un con cohete
Proton 8K82K. “Vega” es por “Venus” (VE) y “Halley” (GA), ya que junto con su
sonda gemela la Vega 2 eran parte del programa de exploración soviético del
planeta Venus con una extensión al cometa más famoso. Vega 1 llegó a Venus el
11 de junio de 1985 y a 39,000 kilómetros de su superficie lanzó un globo
destinado a atraversar la atmósfera venusina y aterrizar en la zona de Aphrodite
Terra. El módulo de descenso, el mismo de todas las anteriores misiones Venera,
tenía un lander y un globo de exploración. Los equipos de científicos del
lander (desarrollados en colaboración con Francia) sufrieron las turbulencias
extremas de la atmósfera venusina y las terribles condiciones de superficie.
Solamente el espectrómeto de masa pudo generar datos utilizables. El globo de
exploración pudo desplegarse y pudo atraversar el 30% del diámetro del planeta
antes de perder contacto el 13 de junio.
Luego
de lanzar el módulo de descenso, la Vega 1 aprovechó el envión gravitacional
del planeta para viajar hacia el 1P. Desde el 4 de marzo comenzó a enviar imágenes del cometa que fueron
de vital importancia para que posteriormente la sonda Giotto pudiera realizar
su sobrevuelo cercano. Las primeras imágenes mostraban un núcleo oscuro, a
diferencia del brillante núcleo blanco que se esperaba, y dos zonas brillantes
(por jets) del mismo fueron confundidas con un núcleo doble.
El 6 de marzo de 1986 fue la primera integrante de la
Armada Haley en contactarlo en un sobrevuelo a 8.,890 kilómetros del núcleo a
79.2 kilómetros por segundo. Una tormenta de polvo cometario (4.000 partículas
por segundo) la tuvo a mal traer pero consiguió enviar más de 500 imágenes y
otros datos importantes mientras atravesaba la coma del Halley y mantener sus
equipos funcionando (¡la vieja y fiable tecnología soviética!). La aproximación
cercana duró 3 horas pero los datos e imágenes cubrieron 3 días y permitieron
las primeras visiones sobre forma y tamaño del núcleo, estructura y composición
gaseosa de la coma y el polvo, interacción con el viento solar, tiempo de
rotación del núcleo. El espectrómetro de masa detectó una composición similar a
la de las condritas carbonáceas meteoríticas.
Su viaje continuó en el espacio hasta que poco después se
quedó sin propelente el 30 de enero de 1987, quedando en una solitaria y eterna
órbita heliocéntrica. Se había frustado la idea de redirigirla hacia el
asteroide Adonis.