Este estupendo texto de Santiago Paolantonio (como todos los de esa colección maravillosa sobre Historia de la Astronomía que lleva adelante) narra una historia de injusticias en la época de oro de la astronomía argentina, referida al cometa al que nos referimos en la entrada anterior:
Quién descubrió el cometa 1941 B2?
por Santiago Paolantonio
Mientras las
bombas caían en un mundo en guerra, a principios de 1941 hizo su aparición en
los cielos australes un notable cometa, de gran brillo y extensa cola.
El nuevo
objeto (1941c, C/1941 B2, 1941 IV) fue observado el 24 de enero por los
astrónomos Martín Dartayet, Jorge Bobone y Armando Cecilio desde el
Observatorio Nacional Argentino en Córdoba (Willemöes 1999, Paolantonio 2010).
El evento tuvo una inmediata repercusión en la prensa local y nacional[1], producto
de un hábil manejo del Dr. Enrique Gaviola, director del observatorio, que
aprovechó la oportunidad para promocionar el actuar de la institución. Los
periódicos locales lo anunciaron como el cometa Dartayet – Bobone – Cecilio.
Sin embargo,
otros varios observadores divisaron el cometa, R. P. de Kock y J. S.
Paraskevopoulos desde Sudáfrica, E. Roubaud y A. Pochintesta desde Montevideo y
R. Grandon desde Santiago de Chile (Sisteró 1973, Gaviola 1941).Este hecho y la
presencia de otro cometa, generaron confusión y una diputa sobre la
“paternidad” del nuevo objeto.
Múltiples descubridores y una gran confusión
El 5 de
septiembre de 1940, Leland Erskin Cunningham del Harvard Observatory, había
descubierto el cometa C/1941 R2 en los cielos del norte. El cometa aumentó su
brillo y desarrolló una larga cola, llamando la atención de astrónomos y
público en general. Fue destacado en la prensa como el más brillante desde el
paso del Halley ocurrido en 1910 (Revista Life, 23/12/1940, p. 40). En su
camino al máximo acercamiento al Sol, que ocurriría a fines de 1940, se
desplazó rápidamente a declinaciones australes. Desde los primeros días del
nuevo año, un gran número de observadores del hemisferio sur esperaron
ansiosamente el retorno del gran cometa.
J. Bobone y
M. Dartayet fueron los primeros en observar nuevamente al Cunningham el 21 de
enero, que se presentó con una luminosidad muy inferior a la anticipada, por lo
que resultó difícil de identificar. Como era costumbre desde hacía varios años,
el avistamiento fue comunicado a los observatorios de La Plata, Chile,
Montevideo, Río de Janeiro y al de Harvard, encargado de difundirlo al resto de
las instituciones astronómicas del mundo (Gaviola 1941).
El hecho de
que el Cunningham fuera mucho más débil de lo previsto, y que el nuevo cometa
(1941c) hiciera su aparición relativamente próximo a la posición de aquél, como
se verá, provocó múltiples confusiones.
Reginald
Purdon de Kock, un prolífico observador de estrellas variables de Paarl,
Sudáfrica, encontró accidentalmente en la madrugada del 15 de enero, un objeto
nebuloso con una pequeña cola, se trataba de la primera observación de 1941c.
Ubicado en la constelación de Norma, estimó su magnitud en 5,8. Inmediatamente
comunica la novedad a los observatorios de Ciudad del Cabo y Johannesburgo,
donde el objeto fue fotografiado tres días más tarde (Stoy 1941, Sisteró 1973).
Sin embargo, no queda claro si de Kock lo identificó como un nuevo cometa, ni
la causa por la que no se envió la novedad a Harvard, teniendo en cuenta que de
cualquier modo, se trataba de una observación muy importante.
También
desde Sudáfrica, el Dr. John S. Paraskevopoulos, director de la “Boyden
Station” – perteneciente al observatorio de Harvard, ubicada en Bloemfontein –,
observa el cometa el 23 de enero a las 5h 24min, tiempo de Greenwich (UT).
Comunica la noticia a Harvard por medio de un telegrama que llega el 24, en el
que destaca que si se trataba del Cunningham, las efemérides estaban sumamente
equivocadas (Gaviola 1941), comentario que pone en evidencia sus dudas.
Aparentemente, Paraskevopoulos no estaba al tanto de lo observado por de Kock.
El mismo 23
de enero a las 8h 36min (UT), Rómulo Grandon del Observatorio Nacional de
Chile, en Santiago, también identifica el cometa, del que determinó su posición
precisa en el cielo, esa noche y la siguiente (Gaviola 1941). Los valores
encontrados fueron comunicados a Harvard por el director del observatorio
Rosauro Castro, recién el 25 de enero. El atraso en el envío del telegrama solo
se justifica si consideraban que el objeto observado era el Cunningham, el cual
sabían había sido recuperado en Córdoba unos días antes.
A las 6h
(UT) del 24 de enero, Eduardo Roubaud y Alberto Pochintesta del Observatorio de
Montevideo, también observan el cometa, al que le realizaron una fotografía
(Gaviola 1941). Esta observación tampoco fue comunicada, nuevamente por
considerar que se trataba del Cunningham.
En la
madrugada de ese mismo día, en Córdoba, Dartayet, Bobone y Cecilio, obtienen
una placa fotográfica del Cunningham a las 8h 13min (UT) con la intención de
determinar su posición. Al revelarla, se percataron de la presencia de otro
cometa ubicado a unos 30° de distancia. Una nueva toma realizada con la
astrocámara Saegmüller – Brashear, permitió obtener su posición con precisión.
Convencidos de ser los primeros en observar el nuevo cometa, el descubrimiento
fue anunciado sin demoras al observatorio de Harvard.
También en
Córdoba, ese 24, el cometa fue divisado y fotografiado por Dr. Martínez Villada[2], minutos
antes que en el observatorio – 7h 54min (UT) –. Por la tarde, Martínez Villada
se acercó al Observatorio Nacional preguntando si se trataba del Cunningham. Su
observación fue inmediatamente comunicada al observatorio norteamericano (La
Voz del Interior 27/1/41).
Reclamos y una decisión injusta
Como puede
verse, la detección del Cunningham en Córdoba y su rápida comunicación, la
proximidad entre éste y el nuevo cometa y el hecho de que el brillo de este
último fuera como el esperado para el primero, generó una gran confusión.
A modo de
síntesis, 1941c fue detectado primeramente por de Kock. Sin embargo, los
astrónomos del observatorio cordobés fueron los primeros en reconocer sin
ambigüedad que se trataba de un nuevo cometa. Mientras que Paraskevopoulos
tenía sus sospechas, el resto de observadores lo identificaron como el
Cunningham.
Enterado de
estas circunstancias[3], el Dr.
Gaviola pide aclaraciones a Harvard sobre los telegramas recibidos en relación
al nuevo cometa. En un artículo publicado en la Revista Astronómica (Gaviola
1941) argumenta que, de acuerdo a sus averiguaciones, el nombre del nuevo
cometa debía ser Dartayet – Bobone – Cecilio. Convencido de tener la razón,
organiza una cena en reconocimiento a los descubridores, en el hotel España de
la ciudad de Córdoba.
Fuera de de
Kock, los demás astrónomos observaron el cometa en un lapso de 24 horas, por lo
que todos deberían tener el derecho al honor de figurar en el nombre del
objeto.
Los
múltiples descubridores y las circunstancias en que se dieron las
observaciones, hicieron difícil la decisión sobre como denominar a 1941c, en
particular teniendo en cuenta la recomendación de no incluir más de tres
nombres en la misma.
Finalmente,
el cometa 1941c fue llamado “de Kock – Paraskevopoulos”.
A todas
luces, se trata de una denominación que deja injustamente sin el preciado
anhelo de ver perpetuados sus nombres, a varios sacrificados observadores
(lamentablemente todos latinoamericanos).
Sin embargo, hay que admitir que no sería práctico
llamar al notable cometa 1941 B2 “de Kock, Paraskevopoulos, Dartayet, Bobone,
Cecilio, Grandon, Rouband, Pochintesta, Martínez Villada”.
Paolantonio, S. (2010). ¿Quién descubrió el cometa 1941 B2. Disponible
en https://historiadelaastronomia.wordpress.com/ cometa1941/.
Recuperado el 7-2-2024.
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