Es difícil imaginarnos un mundo
sin el vasto océano de imágenes en el que flotamos hoy en día. Hace 300 años no
había “videos educativos”, como tampoco los había en 1923, el año en que se
simuló el cielo estrellado y los movimientos planetarios en una cúpula por
primera vez (en Jena, Alemania, por Walther Bauersfeld de la fábrica Carl
Zeiss). La misma idea de un planetario, hacer visible las revoluciones de los
astros, es la que animó al ingeniero y filósofo John Theophilus Desaguliers en 1730 a diseñar un aparato
mecánico a cuerda que ilustrara la órbita elíptica de un cometa, una aplicación
visible de las leyes de Kepler: el “cometarium”. El aparato de bronce mostraba
una esfera que marcaba el paso del tiempo a través del movimiento de su aguja y
una elipsis. En uno de los focos de la elipsis (y en el centro de una esfera
dibujada) el Sol está representado por una bolita de bronce. Otra bolita, más
pequeña, representa el cometa, al final de una aguja que parte de la bolita que
representa al Sol. Puesto en marcha el cometarium, la bolita que representa al
cometa se mueve en órbita elíptica como lo haría un cometa verdadero,
acelerando en el perihelio y reduciendo significativamente su velocidad en el
afhelio.
El mecanismo es mucho más simple
y efectivo que mi descripción y lo pueden ver aquí:
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