La mejor imagen de un cometa en plena
fragmentación perteneció, cuando no, al Telescopio Espacial Hubble. En enero de
2016 capturó la imagen que muestra 25 fragmentos siendo eyectados del núcleo
por la rápida rotación y la inestabilidad a la que es sometido el pequeño
cometa de 500 metros de diámetro cuando se aproxima al Sol. La creciente
intensidad del calor del Sol hace que los parches de hielo en la superficie
rocosa del núcleo se sublimen y comiencen a generar chorros de polvo y gas
(jets) que actúan como pequeños motores de propulsión distribuidos irregularmente,
con lo que la trayectoria del cometa se vuelve impredecible y la rotación se
acelera. Los fragmentos, de entre 20 y
60 metros de diámetro (e identificados con letras por orden alfabético de
acuerdo a la fecha de su descubrimiento) pudieron ser rastreados por un tiempo
luego de la fragmentación y sumaban en
conjunto al menos un 4% de la masa total del núcleo. La misma pérdida de material por la
fragmentación genera cambios en la rotación del pequeño núcleo.
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