El domingo a la
madrugada no era la mejor noche para observar cometas. Sumemos: la
contaminación lumínica habitual (de la que cada día es más difícil escapar),
una luna llena al 96% alta en el cielo bañando todo con su luz y sólo un cometa
por debajo de la magnitud 12 y que, para peor, sólo cruzaría el horizonte a las
4 de la mañana y a las 6 de la mañana estaría por debajo de los 20 grados (el
límite para una correcta observación cometaria), con lo que implica a esa hora
la cercanía del horizonte: la combinación de las luces de la ciudad y del Sol
naciente. Generalmente en esas condiciones no se ve por el ocular otra cosa que
una especie de blanco lechoso tachonado por algunas estrellas. Pero había algo
a favor para observar al 88P/Howell: el cielo estaba espectacularmente límpido.
Intentamos observarlo visualmente a las 5,30 y las estrellas aparecían claras y
límpidas, pero el cometa (que debe rondar una magnitud de 10.5) no se veía.
Otra desgracia: me había olvidado el buzo y estaba solamente de remera. Ustedes
se reirán, pero hasta en los días más calurosos del año el Observatorio se
torna el polo en la madrugada (y encima creo que hubiera tenido frío hasta con
el buzo que me había olvidado). Así que a las 5,30 estaba muerto de sueño y de
frío. Es mérito de Camilo Satler haber propuesto sacar una fotografía (yo me
imaginaba que el 88P saldría en foto, pero ya añoraba una frazada) y de
Francisco Alsina Cardinalli haber obtenido una serie de fotografías, y de
Camilo una vez más, porque fue quien lo descubrió en las fotos (a la izquierda de la estrella brillante en el centro)
Aquí va nuestro
nuevo amigo el 88P/Howell, en una sola toma a ISO 1600 de 30 segundos (todavía
no aprendí a apilar las tomas).
(Datos de la fotografía: Telescopio Meade LX 200 25
cm . y Cámara Canon Eos Digital Rebel XS)
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