viernes, 19 de junio de 2015

LA IMAGEN DE LOS COMETAS EN “NIGHT THOUGHTS” (“PENSAMIENTOS NOCTURNOS”) DE EDWARD YOUNG

Hay casos extremos de autores que sólo sufrieron en vida sin disfrutar un minuto de la enorme fama literaria de la que gozarán después de muertos (el caso de John Kennedy Toole es paradigmático). El autor del que nos ocupamos es el caso exactamente opuesto: gozó de una fama inmensa en su vida y más de dos siglos después de su muerte nadie lo recuerda. Hablamos del poeta inglés Edward Young, autor de “Night Thoughts” (“Pensamientos nocturnos”), una serie de largas elegías en las que aborda distintos temas, siempre desde una perspectiva melancólica y nocturna. Nuestra percepción de algo que parece tan obvio, la noche, es cultural-aunque no nos percatemos de ello. Y el amor por la noche comienza en nuestra civilización a mediados del siglo XVIII, cuando escribía Young, y hasta podríamos decir que empezó con la obra de Young. Antes del romanticismo la noche era considerada algo así como “el lado maligno del día”. La belleza misma se concebía en términos de luz. El romanticismo plantó la bandera de la rebelión frente a todo lo impuesto: la razón, la tiranía, la religión, el matrimonio y el día. Y la obra de Young fue una de las primeras que reivindicó los paseos nocturnos como una manera de filosofar. Los “Pensamientos nocturnos” tuvieron una fama que no tiene punto de comparación con cualquier libro que haya aparecido en los últimos cien años y se consideraba a su autor como uno de los autores más grandes de la historia. De hecho, fue tan famoso como cualquier rockstar y hasta se tejió la leyenda de que su melancolía extrema se  había originado por haber tenido que enterrar a su propia en un bosque francés porque como protestante se la había negado sepultura.

Pero cuando otros autores llevaron el romanticismo mucho más lejos que este clérigo inglés temeroso de Dios, su fama empezó a declinar y hoy nadie lo recuerda. Su estilo hizo historia y las “noches” se transformaron en el género de moda durante 50 años. El rígido siglo XVIII había terminado y el hombre reivindicaba el derecho de sentir y no sólo de razonar, de sentirse vagamente triste frente a una tumba en el campo una noche de luna llena.
De la obra de Young hemos extraído y traducido algunos párrafos en los que nuestra particular obsesión, los cometas, aparecen como poderosas imágenes simbólicas.
La “Cuarta Noche” lleva como título “El triunfo cristiano, nuestra única cura para el temor a la muerte”. En ella encontramos una curiosa alegoría de un cometa que retorna como lo hará Cristo. La referencia al “cabo del Paraíso” es genial: se asemeja la órbita del cometa a la navegación marítima y se hace alusión a un accidente geográfico famoso: el Cabo de Buena Esperanza. Así, el cometa llega hasta el Paraíso y ahí pega la vuelta. Una imagen bellísima. Hay una mezcla de ciencia nueva de los cometas (la mención a la órbita) y de elementos antiguos (el fuego y el temor), junto con un elemento que era moderno en el siglo XVIII y desaparecerá en el siglo XX: el éter como elemento que llena el espacio y permite que viaje la luz:

“Hast thou ne’er seen the comet’s flaming flight?
Th’ illustrious stranger passing, terror sheds
On gazing nations; from his fiery train
Of length enormous, takes his ample round
Through depths of ether; coasts unnumber’d worlds,
Of more than solar glory; doubles wide
Heaven’s mighty cape; and then revisits earth,
From the long travel of a thousand years.
Thus, at the destined period, shall return
He, once on earth, who bids the comet blaze:
And, with him, all our triumph o’er the tomb”.

“¿Nunca has visto el vuelo llameante del cometa?
Mientras el ilustre extranjero pasa, esparce terror
Sobre las naciones que observan su cola de fuego
De enorme longitud, se abisma
En las profundidades del éter, visita innumerables mundos
Cuya gloria no es solar; dobla ampliamente
El Cabo del Paraíso y vuelve a visitar la Tierra
Luego de un largo viaje de mil años.
Así, en el período destinado, retornará
Aquel, que ya estuvo en la Tierra y ordena el brillo del cometa;
Y con él nuestro triunfo sobre la tumba”.

En la “Novena Noche” los cometas aparecen, anticuadamente, unidos a otros fenómenos supuestamente relacionados con el fuego que cumplirán un diluvio ígneo previo al Juicio Final:

 “Earth’s actors change earth’s transitory scenes,
And make creation groan with human guilt.
How must it groan, in a new deluge whelm’d,
But not of waters! At the destined hour,
By the loud trumpet summon’d to the charge,
See, all the formidable sons of fire,
Eruptions, earthquakes, comets, lightnings, play
Their various engines; all at once disgorge
Their blazing magazines; and take, by storm,
This poor terrestrial citadel of man”.

“Los actores de la Tierra cambian cuando cambian los escenas transitorias de la Tierra;
Y hacen gemir a la creación con la culpa humana.
¿Cuanto gemirá, hundida en un nuevo diluvio,
Pero no de las aguas! A la hora destinada,
Cuando la trompeta llame a las armas,
Verás a todos los hijos formidables del fuego,
Erupciones, terremotos, cometas, relámpagos, haciendo funcionar
Sus mecanismos todos a la vez vaciando
Sus ardientes depósitos y tomando al asalto
Esta pobre y terrestre ciudadela del hombre”.

Pero más adelante prima la visión moderna, no hay que temer  a los sino que son una maravilla que eleva nuestra mente a la contemplación de lo sublime:

“(...) above the caves
Where infant tempests wait their growing wings,
And tune their tender voices to that roar,
Which soon, perhaps, shall shake a guilty world;
Above misconstrued omens of the sky,
Far-travell’d comets’ calculated blaze;
Elance[58] thy thought, and think of more than man.
Thy soul, till now, contracted, wither’d, shrunk,
Blighted by blasts of earth’s unwholesome air,
Will blossom here; spread all her faculties
To these bright ardours; every power unfold,
And rise into sublimities of thought”.

“(…) En la cuevas
Donde las tempestades en su infancia esperan que crezcan sus alas
Mientras practican con sus aún tiernas voces el rugido
Que pronto, quizás, conmoverá un mundo culpable;
Arriba, presagios mal interpretados en el cielo,
Los cometas, viajando desde lejos con su fuego calculado;
Expande tu pensamiento y piensa más allá del hombre.
Tu alma, hasta ahora marchita, contraída y arrugada,
Arruinada por el aire pestilente de la Tierra,
Florecerá, los brillantes ardores la ayudarán
A desarrollar sus facultades ocultas
Y a elevarse hasta las sublimes cumbres del pensamiento”.

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