El cometa de
1652 fue la ocasión de la primera publicación del joven Giovanni Cassini, en
ese momento catedrático de astronomía en la Universidad de Bologna
y luego el gran astrónomo de la corte de Luis XIV de Francia. En los fríos días de diciembre de 1652 Cassini fue invitado
al observatorio privado de su mecenas, el marqués Cornelio Malvasia, instalado
en la torre central de su castillo en Panzano. Las especulaciones sobre las
órbitas cometarias y los esfuerzos por lograr mediciones que pudieran llevar a
su cálculo (estamos hablando de más de 30 años antes del primer cálculo por
Edmund Halley) eran el tema astronómico más candente de la época. El joven
Cassini y dos ilustres aficionados como el Duque de Modena y el marqués Malvasia
vieron sus ansias de observación frustradas durante las nubosas noches
invernales de Modena, en el centro de Italia. Pero no se quedaron de brazos
cruzados, mientras no podían observar se dedicaron a idear un complicado
aparato que les permitiera un cálculo más preciso de las distancias angulares
entre el cometa y los demás astros, formado por segmentos fijos y segmentos
móviles.
Las observaciones de Cassini en los últimos días de
1652 y en los primeros de 1653 lo
llevaron a la conclusión de que Tycho Brahe tenía razón: los cometas no
pertenecían a la atmósfera terrestre porque eran mucho más lejanos al no
constatarse paralaje (desviación angular del cometa entre dos observadores
lejanos) en sus observaciones. En concreto, Cassini situó al cometa de 1652 más
allá de la órbita de Saturno. ¿Quién fue el derrotado? Nada menos que Galileo
Galilei, sostenedor de la teoría aristotélica de los cometas.
Esa conclusión, y la descripción de su complicado aparato,
aparecieron en “De cometa anni MDCII et MDCLIII”, impreso en Modena en 1653. A dicho libro
pertenece la siguiente ilustración.
Podemos observar en ambos dibujos la presencia de las nubes
por debajo del cometa, una ilustración simplificada de la tesis de Tycho Brahe
probada por Cassini.
En 1705, Edmund Halley usó 54 observaciones del cometa de
1652-entre ellas las de Cassini y Malvasia en Panzano-para calcular su órbita.
Un detalle para todos aquellos que amamos “Il gattopardo”
de Tomasi di Lampedusa. La torre central que contenía el observatorio privado
del marqués en su castillo de Panzano se siguió usando con fines más prosaicos
y en 1899 se derrumbó a causa de haberla
sobrecargado con sacos de grano. El improvisado silo, cuyo derrumbe no mató por
segundos a la familia dueña de casa que salía a misa, es toda una alegoría de
la decadencia de la otrora brillante aristocracia italiana, precisamente el
tema de la obra del autor siciliano. Vaya casualidad, su protagonista (el
Príncipe de Salina) también era astrónomo aficionado.
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