Se
acerca el fin, la gente empieza a respirar la atmósfera enrarecida por el
contacto con la coma del cometa. Los efectos son inquietantes: aunque la coma del
cometa era tan tenue que “todos los cuerpos celestes se percibían a través de
él”, el aporte del oxígeno cometario rompe el balance entre el nitrógeno y el
oxígeno de nuestra atmósfera y la consecuencia inicial es “una insólita agilidad
corporal y mental” y “un follaje lujurioso, desconocido hasta entonces”. Pero
al día siguiente: “Un espantoso cambio se había operado en los hombres, y
la primera sensación de dolor fue la terrible señal para las
lamentaciones y el espanto. Aquella primera sensación de dolor consistía en una
rigurosa constricción del pecho y los pulmones, y una insoportable sequedad de
la piel”. Y luego, un “estremecimiento eléctrico de terror en el corazón
universal del hombre… Una combustión irresistible, devoradora, todopoderosa,
inmediata: el cumplimiento total, en sus minuciosos y terribles detalles, de
las llameantes y aterradoras anunciaciones de las profecías del Santo Libro”
cuando el núcleo de Leviatán impacte en la Tierra.
“Pasó otro día, y los
hombres respiraron con mayor libertad. No cabía duda de que nos hallábamos bajo
la influencia del cometa, y sin embargo vivíamos. Hasta sentimos una insólita
agilidad corporal y mental. La extraordinaria tenuidad del objeto de nuestro terror
era ya aparente, pues todos los cuerpos celestes se percibían a través de él.
Entretanto nuestra vegetación se había alterado sensiblemente y, como ello nos
había sido pronosticado, cobramos aún más fe en la previsión de los sabios. Un
follaje lujurioso, completamente desconocido hasta entonces, se desató en todos
los vegetales.
Pasó otro día más... y la
calamidad no nos había dominado todavía. Era evidente que el núcleo del cometa
chocaría con la tierra. Un espantoso cambio se había operado en los hombres, y
la primera sensación de dolor fue la terrible señal para las
lamentaciones y el espanto. Aquella primera sensación de dolor consistía en una
rigurosa constricción del pecho y los pulmones, y una insoportable sequedad de
la piel. Imposible negar que nuestra atmósfera estaba radicalmente afectada; su
composición y las posibles modificaciones a que podía verse sujeta constituían
ahora el tema de discusión. El resultado del examen produjo un estremecimiento
eléctrico de terror en el corazón universal del hombre.
Se sabía desde hacía mucho
que el aire que nos circundaba era un compuesto de oxígeno y nitrógeno, en
proporción respectiva de veintiuno y setenta y nueve por ciento. El oxígeno,
principio de la combustión y vehículo del calor, era absolutamente necesario
para la vida animal, y constituía el agente más poderoso y enérgico en la
naturaleza. El nitrógeno, por el contrario, era incapaz de mantener la vida
animal y la combustión. Un exceso anómalo de oxígeno produciría, según estaba
probado, una exaltación de los espíritus animales, tal como la habíamos sentido
en esos días. Lo que provocaba el espanto era la extensión de esta idea hasta
su límite. ¿Cuál sería el resultado de una extracción total del
nitrógeno? Una combustión irresistible, devoradora, todopoderosa,
inmediata: el cumplimiento total, en sus minuciosos y terribles detalles, de
las llameantes y aterradoras anunciaciones de las profecías del Santo Libro”.
La
traducción es la de Julio Cortazar y el cuento entero se puede leer aquí:
http://cometasentrerios.blogspot.com/2014/02/el-fin-del-mundo-por-un-cometa.html
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