A
partir de la página 355 de “El Cometa” Carl
Sagan y Ann Druyan nos invitan a soñar con civilizaciones liliputenses
evolucinando en cometas:
Es
una ley de la biología y también de las relaciones humanas que el aislamiento
fomenta la diversidad. Imaginemos una época en el futuro lejano con millones de
cometas habitados, cada uno de los cuales albergará no más de unos centenares
de personas. Dentro de la Nube
de Oort, un mensaje de radio necesitará un día o más para llegar de un cometa
colonizado a otro. Quizás esto mantendrá cierta homogeneidad cultural entre esa
multitud de mundos, pero la falta de visitas frecuentes permitirá una lenta
divergencia de las normas culturales y de comportamiento y una enorme
diversificación de opiniones sociales, políticas, económicas, religiosas y de
otro tipo. Esta evolución podría tener grandes beneficios para la especie
humana; sin embargo, es difícil imaginar las ventajas que podría reportar a los
Estados de la Tierra
por separado, las únicas organizaciones actuales con suficiente dinero para
pagar la factura; y los Estados nacionales han preferido históricamente
anteponer sus beneficios propios de corto plazo al bienestar de la especie. Por
este, y otros motivos, la época en que la mayoría de los miembros de la especie
humana se ha dispersado por los cometas queda todavía muy lejos. Pero, a corto
plazo, y si la tecnología espacial continúa desarrollándose, iremos a donde
haya superficie, agua y materias orgánicas, es decir, a los cometas.
Si
en el futuro lejano acabamos poblando no solo los pequeños mundos vecinos, sin
también los cometas de la misma Nube de Oort, habremos llegado, mediante una
serie de pequeños pasos, a medio camino de la estrella más próxima. Existe una
progresión natural que lleva desde allí al resto de la galaxia. La colonización
de la galaxia se producirá de modo natural si poblamos la Nube de Oort. Los cometas
individuales están ligados de modo tan flojo a la Nube que las perturbaciones
gravitatorias casuales debidas al paso de otras estrellas los liberan en
cantidades enormes. Los cometas se independizan del Sol y trazan luego lentas
piruetas a través del espacio interestelar por sus propios medios. En el futuro
lejano, cometas desprendidos de la Nube de Oort se liberarán de las cadenas de
la gravedad solar y empezarán a sembrar la humanidad por lo menos en las partes
más próximas de la galaxia.
Aunque
no se lleve a cabo una colonización de los cometas, algún día nos dispondremos
a explorar los espacios transplutonianos y entonces será lógico aprovisionarnos
de carburante en los cometas. En tal caso, los cometas continuarán siendo
nuestros peldaños hacia las estrellas. Quizás ellos mismos acaben convertidos
en naves espaciales destinadas a otros sistemas estelares, que tardarán miles
de generaciones o más para acercarse a una nueva estrella y despertar el
dormido bosque cometario a la luz solar tanto tiempo olvidada.
Núcleos
cometarios situados en las proximidades de Saturno sostendrán dentro de unos
cuantos siglos el crecimiento de inmensas formas arbóreas producto de la ingeniería
genética. Pintura de Jon Lomberg.
Sobre
los “árboles de Dyson”:
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