La siguiente es nuestra traducción del latín
de parte del capítulo CCLIV del Segundo Libro de la increíble enciclopedia
cometaria del siglo XVII:
“Año del Señor de 1200. Apareció un cometa,
que Cardanus incluyó entre los que han arrojado ciertas piedras sulfurosas y
fétidas. La cita es Keckerman (…) El famoso profesor Abraham De Grau dedujo con
exactitud el curso de este cometa recientemente en las constelaciones de Cuervo
y Liebre. A partir de este cometa Keckerman propuso que muchos cometas tienen “excreciones
sulfúreas” y hasta expelen por todos sus bordes y, en consecuencia, ese humo
debe ser producto de encenderse en el aire. Fácilmente de este se deduciría que
los cometas no pertenecen al éter sino al aire. Que haya guerras, y muy terribles,
y cambios grandes en los imperios, sin que haya cometas, parece bastante obvio…”
La afirmación que cierra el párrafo se repite
en todo el libro, el autor cumple con lo que mandaba el estado de la ciencia en
su época y cuenta los eventos que habrían sido augurados por el cometa y luego
expresa su personal escepticismo.
Este sería uno de los casos en que se
reportan como cometas meteoros o meteoritos, concepto que no se conocía en la
época. Las “piedras sulfúreas y fétidas” serían fragmentos de un meteorito. Quizás
lo de “sulfúreas” se debería a algún aspecto mágico (si la fuente es Cardanus…),
el azufre siempre anuncia algo malo… Pero hay una opción más interesante, se
trataría de un fragmento meteorítico con materia orgánica, similar al meteorito
de Orgueil, que también se reportaba con un cierto olor. Es interesante la
larga tradición de meteoritos con cosas extrañas en su interior, como ranas y
otros animales, como una exageración que terminó siendo la materia orgánica de
los meteoritos carbonáceos.
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