Hasta 1950 el
modelo de estructura del núcleo cometario aceptado por la astronomía era el
conocido como “montón de grava”. El descubrimiento de que los cometas podían
fragmentarse y, luego, de que las lluvias de meteoros son producto de su
desintegración, convenció a los científicos de que el núcleo no podía ser
compacto sino un enjambre de partículas separadas que viajaban juntas en órbitas
paralelas, como un puñado de piedritas arrojadas todas juntas. Algunos sostenían
que esas “piedritas” estaban unidas entre sí por la gravedad, otros lo negaban.
Será en 1950 que Fred Whipple formulara su modelo de núcleo cometario llamado “bola
de nieve sucia” y se impondrá la idea de que el núcleo es compacto (las sondas
espaciales mostraron luego que hay mucha más roca y polvo que hielo). Pero
antes era un dogma astronómico el modelo “montón de grava”.
Lo interesante
es que mientras duró ese paradigma había un alto número de dibujos de los núcleos
cometarios registrados como el modelo teórico predecía: una aglomeración de
partículas sin unión entre sí. Esta interesante observación es del maestro
Sagan en “El cometa”. No encontramos en la web los grabados con los que
fundamenta su observación (pág.103), pero sí encontramos los siguientes:
El
12P/Pons-Brooke en 1883:
Y el 1P/Halley en 1835 por Caroline Herschel:
Bien, sabemos
que los cometas no tienen una coma “a pintitas”, nuestros dibujos representan a
la coma “gaseosa”. ¿Eso quiere decir que miramos mejor que los astrónomos del
siglo XIX, que observaban en cielos sin polución de ningún tipo? Claro que no, lo
que sucede es que nuestras percepciones sensoriales están determinadas por nuestras ideas. Los estímulos sensoriales son comparados por nuestro
cerebro con las informaciones que posee (en este caso la información teórica
sobre el núcleo cometario y la forma en que se lo representó gráficamente con
anterioridad) y lo que pueda faltar es “completado” en función de ese marco de
referencias preexistente (modelo “montón de grava”). Y así, nuestras
observaciones cometarias se ven ayudadas por la neurociencia para saber
nuestras limitaciones y también para mejorarlas, porque sabemos que si
conocemos lo que vamos a observar nuestra observación será más provechosa que
si no lo supiéramos-por ello es que muchas personas no pueden siquiera
interpretar lo que ven por un ocular la primera vez que se acercan a un
telescopio.
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