Efectivamente,
caro lector, desde anteayer se pueden ver, con algo de suerte, los restos del
cometa Halley. Desde el 2 de octubre el planeta Tierra atraviesa una densa nube
de partículas microscópicas dejadas a su paso por el primer cometa cuya órbita
se determinó. Hasta el 7 de noviembre se podrá observar en el cielo cómo dichas
partículas ingresan a la atmósfera terrestre y por la fricción con ésta se
transforman en esos mensajeros luminosos que son los meteoros, más conocidos
como “estrellas fugaces”. Es la lluvia de meteoros conocida como las
“oriónidas”, ya que todos los meteoros provienen de un radiante ubicado en la
constelación de Orión.
El
máximo de las “oriónidas” se produce el 21 de octubre, cuando se podrán
observar unos 30 meteoros por hora. Debemos recordar que esa tasa de 30 se
reduce significativamente para el observador argentino, ya que está calculada
para cielos oscuros y con el radiante a una altura zenital, mientras que en Argentina
la constelación de Orión se presenta bastante más cerca del horizonte en
octubre, con lo que muchos meteoros se pierden para nuestros observadores.
Igualmente
la observación de las “oriónidas” siempre produce sorpresas. En 2006 se produjo
un máximo de 60 meteoros por hora y en 2007 un máximo de 80 meteoros por hora,
en lo que se sospecha es un ciclo de aumento de actividad cada 12 años
producido por resonancia de las partículas con Júpiter. En años anteriores se
observaron tasas de meteoros cercanas al máximo de 30 en los días anteriores al
pico del día 21 de octubre.
Los
meteoros de las “oriónidas” suelen ser débiles y muy veloces, aunque los
bólidos también son frecuentes.
Es
una lluvia de meteoros que recuerdo con cariño, ya que fue la primera que se
observó en nuestra asociación de manera metódica, allá por 2009. Y es una buena
oportunidad para iniciarse en la observación de meteoros, actividad astronómica
amateur que recopila datos imprescindibles para el conocimiento de este
fenómeno. Éste es el radiante:
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