Una
imagen de 3I/ATLAS, tomada a las 22:06 UTC del 15 de noviembre de 2025, muestra
una prominente anticola junto con dos colas. La dirección hacia el Sol apunta a
la esquina inferior izquierda. (Crédito: Teerasak Thaluang, MPC-051, Rayong,
Tailandia)
A
fecha de 15 de noviembre de 2025, el objeto interestelar 3I/ATLAS aún muestra
una prominente anticola, así como colas, según una nueva imagen publicada por
Teerasak Thaluang desde un telescopio de 0,26 metros en Tailandia.
La
física que explica la anticola de 3I/ATLAS no está clara. En el caso de un
cometa natural, podría estar asociada a la liberación de partículas gigantes de
polvo con un radio efectivo de ~100 micrómetros (como sugieren David Jewitt y
colaboradores). Estas partículas son un millón de veces más masivas que el
polvo típico de escala micrométrica, que dispersa la luz solar con mayor
eficacia debido a que su tamaño es comparable a la longitud de onda de la
radiación. Dado que la relación entre la superficie —que aumenta con el cuadrado
del radio de la partícula— y la masa —que aumenta con el cubo del radio— es 100
veces menor para estas partículas gigantes en comparación con sus contrapartes
más pequeñas, la presión de radiación no las acelerará alejándolas del Sol con
la misma eficacia que el polvo micrométrico en los cometas conocidos. Sin
embargo, la pérdida de masa en las partículas de 100 micrómetros debe ser 100
veces mayor que la correspondiente en las partículas micrométricas para
producir el mismo brillo de luz solar dispersada.
Otra
posibilidad es que, en lugar de partículas de polvo refractario que sobreviven
al calentamiento solar, la dispersión de la luz solar sea producida por
fragmentos de hielo que se evaporan antes de tener la oportunidad de girar y
producir una cola cometaria tradicional alejándose del Sol (como sugerí con
Eric Keto).
Finalmente,
existe la posibilidad, más especulativa, de que la anticola sea el resultado de
propulsores tecnológicos que aceleran el cometa 3I/ATLAS alejándolo del Sol mediante
chorros altamente colimados que penetran un millón de kilómetros a través del
viento solar debido a su alta velocidad. Los futuros datos espectroscópicos
permitirán calibrar la velocidad del flujo de salida y distinguir entre la
desgasificación natural, que produce una velocidad característica de hasta unos
cientos de metros por segundo, y los chorros artificiales, que alcanzan
velocidades superiores a unos pocos kilómetros por segundo.
Descifrar
la naturaleza de este fenómeno mediante la recopilación de datos se asemeja al
trabajo de un detective. Con la avalancha de datos que recibirá 3I/ATLAS en las
próximas semanas —que culminará con su máximo acercamiento a la Tierra el 19 de
diciembre de 2025—, deberíamos poder comprender su naturaleza.


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