(Crédito
de la imagen: PUCHAN/ISTOCKPHOTO)
El
19 de diciembre de 2025, el objeto interestelar 3I/ATLAS se acercó a la Tierra
a una distancia de 269 millones de kilómetros. Mientras muchos esperamos
recibir regalos navideños de nuestros familiares en las próximas semanas,
algunos se preguntan si el 3I/ATLAS podría traernos algún tipo de regalo
interestelar.
En
otras palabras: ¿Llegará a la Tierra material del 3I/ATLAS?
Una
preocupación surge del hecho de que se sabe que la columna de gas alrededor del
3I/ATLAS contiene cianuro y cianuro de hidrógeno, un gas venenoso que se
utilizó como arma química durante la Primera Guerra Mundial.
Este
riesgo se ve mitigado por el viento solar. Dada la tasa de pérdida de masa
medida por el Telescopio Espacial Webb, el gas alrededor de 3I/ATLAS sería
arrastrado por el viento solar a una distancia de tan solo unos pocos millones
de kilómetros. Esta distancia de frenado es un orden de magnitud menor que los
55 millones de kilómetros que definen la distancia mínima entre 3I/ATLAS y el
círculo marcado por la órbita de la Tierra alrededor del Sol.
Las
partículas de polvo menores de un micrómetro serían arrastradas aún más rápido
por la presión de la radiación solar. Sin embargo, las partículas sólidas u objetos
mayores de un milímetro tienen una sección transversal por unidad de masa lo
suficientemente pequeña como para continuar su trayectoria, prácticamente sin
verse afectados por la radiación solar ni el viento. No obstante, estas
diminutas partículas se quemarán en la atmósfera terrestre antes de alcanzar el
suelo, siempre que sean mucho menores de un metro.
No
obstante, un mayor flujo de partículas milimétricas de 3I/ATLAS podría ser
recolectado mediante un experimento espacial a bordo de un satélite o de la
estación espacial, sobre la parte densa de la atmósfera terrestre. Sería
particularmente emocionante diseñar y ejecutar un experimento de este tipo en
los próximos meses.
Los
objetos de más de un metro que pudieran haber sido liberados por 3I/ATLAS estarían
lo suficientemente dispersos como para que la probabilidad de que cualquiera de
ellos impactara la Tierra fuera insignificante. Dada la tasa de pérdida de masa
de 3I/ATLAS, se han liberado menos de un millón de estos grandes objetos en los
últimos meses. Su origen, a una distancia mayor que aproximadamente el doble de
la separación Tierra-Sol, implica que el más cercano nunca se acercará a menos
de diez veces el radio terrestre.
Esto,
por supuesto, se basa en el supuesto de que los objetos liberados no puedan
maniobrar mediante propulsión tecnológica.

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